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Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva]
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La Mansión Encantada

Mi Novio era un Fantasma

miércoles, 30 de diciembre de 2009



Yo estudiaba la preparatoria en la Escuela Lázaro Cárdenas en Tijuana, B.C.N., México, donde en realidad no conocía a mucha gente de la escuela, ya que por ser muy grande eso me resultaba complicado, incluso es difícil ubicar a tus amigos, al menos que se ponga uno de acuerdo con ellos en verse en algún lugar de ahí.  La escuela es grande debido a que hace mucho tiempo fue un casino y tenía hotel, alberca, etc., así que ya se imaginarán a qué me refiero.

El punto es que estando yo en el 4to. semestre conocí a un muchacho que decía estudiar allí en 6to. semestre.  Yo nunca antes lo había visto.  Él era un tipo muy apuesto: alto, de cabello castaño e inmensos ojos azules.  Mis amigas nunca lo conocieron, lo que sabían de él era por referencias mías, por cómo lo describía físicamente, qué semestre estaba él cursando, etc.  Lo más raro era que cuando yo pretendía presentarlo ante ellas, él me evadía siempre excusándose con que tenía prisa y ya se tenía que ir, que tenía clase, que en seguida regresaba porque tenía cosas pendientes que no podían ser antepuestas, etc., por eso jamás se los pude presentar en la dos semanas que anduvimos.

Principalmente les voy a decir cómo fue que lo conocí.  Un día yo estaba en la cafetería desayunando y él se me acercó saludándome como si ya me conociera. Me dijo: -¡Hola Judith!.  Y yo lo corregí de inmediato diciéndole que no era "Judith", sino que mi nombre es Karina y él sólo me sonrió y se sentó al lado mío.  Después me dijo con estas palabras: -¿Sabes?, te he echado mucho de menos, pues no puedo estar sin tí.  Yo me asombré y le repetí de nuevo diciéndole:  -Hey! que yo no soy Judith, me estás confundiendo.  Él no me respondió nada al respecto, sólo se levantó de la silla y se me quedó viendo, al tiempo que me decía: -Voy a pasar por tí a tu casa a las 19:00 hrs. No me dejó ni hablar, cuando lo quise hacer, él ya se había ido.  Yo estaba extrañada, pero después del transcurso del día y por mis ocupaciones escolares se me fue olvidando poco a poco el asunto.

Luego, estando en mi casa, justo a las 19:00 hrs. escuché sonar el timbre, abrí la puerta y ante mi asombro estaba él y me dijo: -¡Hola Judith!, y le volví a contestar con enojo: -¡Yo no soy Judith, y no sé qué pretendes lograr con esto, ni me interesa, así que déjame en paz!.  Le quise cerrar la puerta, pero él la detuvo, y me dijo: -¿Por qué te enojas?.  Me quedé callada.  A decir verdad, él me ponía muy nerviosa y no sabía qué más decirle.  Él me miró con profunda ternura y me sonrió muy dulcemente.  Me dijo: -Ven, vamos a caminar al parque que tanto nos gusta. Yo seguía muy confundida, por lo que me atreví a preguntarle: -¿A cuál parque?.  Él me tomó de la mano y me dijo: -Anda, ¡ya ven!, y yo me fui con él, ya que, finalmente, pensé que sólo era una rara estrategia suya para poder conquistarme.  Yo le pregunté cómo se llamaba y me dijo que se llamaba José Salgado, luego se rió y me dijo: -Si ya sabes mi nombre, ¿por qué me lo preguntas?, ¿a qué estás jugando?, ¿por qué has estado tan rara conmigo?.  Yo le seguí el juego y le respondí: -Está bien, discúlpame, ya no voy a ser tan grosera contigo.  Después me sentí tan extraña y le pedí que me llevara a mi casa, pues en todo el tiempo tuve un poco de miedo de estar con él a solas.  Me llevó a mi casa y, al despedirse, me dijo: -Mañana te veo en la escuela.  Al día siguiente lo volví a ver.  A la escuela me llevó un ramo de rosas y me dijo que me amaba, que era el amor de su vida y que no podía vivir sin mí.  Hasta ese momento yo ya me estaba sintiendo conquistada por él, además, me gustaba mucho.

Pasó una semana y yo lo seguí viendo todos los días, pero siempre sólo por ratos, para entonces ya nos tratábamos como novios, pese a que él nunca me lo pidió directamente.  Como yo no sabía dónde vivía  un día le dije: -¿Por qué no me llevas a tu casa para conocer a tu familia?, él me dijo: -Pero si ya la conoces.  Me quedé sorprendida y un tanto atemorizada, pero de nuevo le seguí el juego para ver hasta dónde llegaba y le dije: -Bueno, entonces llévame a tu casa para saludarlos.  Y así fue, me llevó, pero no pude conocer a sus papás ni hermanos porque no estaban en la casa en el momento en que llegamos a ésta.

Un día llegó llorando y reclamándome que por qué lo había traicionado si yo era el amor de su vida.  Yo le dije que no sabía de qué estaba acusándome, pues yo soy una persona leal.  Me sujetó del cuello y me quiso ahorcar.  Me aterroricé como nunca en mi vida.  Se puso como loco.  Después de eso no lo volví a ver más, no me volvió a buscar y, aunque mi decisión de no perdonarle sus arrebatos ya estaba tomada, yo necesitaba saber de él, quería saber cómo estaba, por qué había actuado así conmigo, necesitaba una explicación; así que empecé a buscarlo.  Fui a los salones del 6to. semestre a preguntar por él y en ningún salón estaba, nadie lo conocía, pero no me dí por vencida, al otro día fui a su casa —a la que anteriormente él me había llevado— y me encontré con que esa casa estaba abandonada.

Pregunté a una vecina y me dijo que la familia que vivía en dicha casa se había marchado dejándola totalmente amueblada hace mucho tiempo y que se tuvieron que alejar de esa ciudad, dejando sus pertencias, debido a que les había afectado inmensamente el trágico fallecimiento de uno de sus hijos que había muerto 7 años atrás y no querían llevarse nada que se los recordara.  Yo le pregunté a qué hijo se refería y me respondió que a José.  Lógicamente, yo no lo podía creer, creía que me estaba volviendo loca.  Le platiqué todo lo que me había pasado y me dijo que él tenía una novia llamada Judith, pero que ella lo había engañado con otro chico, luego él se sumió en total depresión y melancolía y, a los pocos días, se suicidó en esa misma casa.  José estudiaba en esa escuela junto a su novia, y me dijo la señora que yo me parecía mucho a ella, al grado de que ella misma, cuando me vió, había creído que era la propia Judith la que preguntaba por las personas de aquella casa.

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el miércoles, diciembre 30, 2009 4 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Relatos Inexplicables del Más Allá

Porcelana Maldita

lunes, 14 de diciembre de 2009


Ahí se encuentra la más antigua, curiosa y extraña superstición que adorna mi hogar, portando un largo, elegante y singular vestido rosa con flores amarillas, sus rizos dorados son lo mejor, amarrados por un moño de color rojo fuerte… sin dejar pasar su sonrisa tan llamativa y esa mirada ida que deja sobre la sala; en lo alto del mueble en donde se encuentra el televisor, es lúcida dentro de unas vitrinas transparentes.

Sin duda alguna, es la famosa muñeca de la familia. Mi abuela (que en paz descanse, por cierto) la llamaba, porcelana maldita, ya que, obviamente, era una preciosa muñequita hecha de porcelana; antes de fallecer, se la entregó justamente a mi madre porque existe una supuesta superstición que se ha ido conservando de generación en generación.

No lo había sabido hasta ayer mientras cenábamos todos, después de un par de semanas después de la perdida de mi abuela, había notado que mi madre había colocado esa bonita muñeca en el mueble, entonces salió mi pregunta y recibí mi respuesta, la cuestión es extraña, cuenta esta leyenda de que hay un espíritu maligno encerrado en la porcelana y que si alguien lo llegase a romper… una espantosa maldición se desataría al responsable.

Aún no sé por qué, ni cómo, o cuál era la razón de esa maldición que tiene la familia de mi madre, primero dije que todo era falso, o al menos eso es lo que creía, puesto que al seguir preguntando para desaparecer mis dudas, parecía que ella evadía todo, cambiando de tema o simplemente haciendo otras cosas, había algo raro, pero también interesante en esa muñeca de porcelana.

El timbre sonó de inmediato, y yo reaccioné, pues me encontraba frente a frente con mi mirada pegada a la muñeca, parecía que te hipnotizaba por completo, pero volví a la realidad y me dirigí a abrir la puerta… que sorpresa, se trataba de Jenny, una compañera del colegio, nunca me había visitado, incluso me sorprende que haya sabido mi dirección.

- ¡Hola Mónica!, ¿Cómo te va? —preguntó Jenny con algunos titubeos, mostrando un semblante inseguro en su sonrisa forzada—.
- Bien… muy bien, ¡gracias! —respondió—.
-Es raro verte por aquí, ¿ocurre algo?, —le pregunté para llegar al grano, mientras me recargaba en la puerta—.
- Mañana tenemos tarea de algebra, y me habían comentado que asistes a unos cursos especializados —me respondió Jenny—, como era de esperarse, el interés de una persona la llevó a otra… es decir, hasta a mí. - Oh!, supongo que me han visto cargando libros en medio de la calle, ¿no es así?, bueno, no te preocupes, con gusto te ayudaré con la tarea… pasa, mis padres están dormidos —le dije a Jenny puesto que eran las once de la mañana—, y con un horario pesado en donde trabajan mis papás, cualquiera estaría dormido a esa hora. Sin rodeos, la dejé pasar enseguida. - ¡Gracias Mónica! —me agradeció estando adentro—, ella empezaba a mirar toda mi casa, como si yo estuviese esperando una calificación del mejor diseño o algo así. - Bueno, pasemos a la sala, ahí tengo una pequeña mesita de cristal, nos servirá para repasar —le dije con una sonrisa—, ella parecía un tanto nerviosa, supongo que cuando tratas con matemáticas… siempre nos viene a la cabeza, un dolor que seguro a la mayoría se nos hará muy singular.

En fin, saqué el libro que se encontraba en mi mochila, hojeándolo hasta llegar a la página de la tarea, ambas nos sentamos en el piso, frente a la mesa, y empecé a explicarle. Poco a poco perdí la noción del tiempo, mientras que impartía mi "clase de algebra", y al pasar un buen rato, ella parecía haberle entendido.

- Veo que no es difícil, pero los procedimientos son un tanto enredados —me comentaba Jenny con una carilla de vergüenza—.
- Descuida, yo no soy una sabelotodo, pero te seguiré explicando cuando gustes y cuando pueda —le contesté mientras ambas reíamos levemente—, estábamos, al parecer, sintiendo un manto de extrañeza, puesto que nunca nos habíamos tratado antes. - Bueno, ¿me puedes regalar un vaso de agua? —preguntó Jenny de inmediato mientras suspendimos un mínimo momento de silencio—, - Oh! claro, enseguida te lo traigo —respondí mientras me levantaba del suelo, dirigiéndome así hasta el comedor—.

Busqué un vaso, y al encontrarlo empecé a servirle agua fría que se encontraba en el refrigerador, parecía todo tranquilo, respiré profundo y al ver que se había llenado, me dirigí nuevamente hasta la sala, increíblemente observé al llegar, que Jenny tenía en sus manos a la muñeca, observándola fascinadamente.

- Oye, ¿Por qué la tomaste? —pregunté elevando mi tono—, era obvio que no debía tomar cosas que no eran suyas, pero ella me respondió: - Ella me lo dijo… me dijo que quería salir de ahí adentro. Jenny señaló arriba del mueble, aparentemente las vitrinas en donde se encontraba la muñeca estaban abiertas. - ¿De qué demonios hablas? —pregunté mientras me acercaba lentamente hasta donde estaba ella—.
- Espera Mónica, pero esta niña debe salir, déjala libre. Jenny comenzaba a meterme el temor por todos lados, ella ni siquiera sabía de la leyenda, ¿cómo era posible que me estuviese diciendo eso? - ¡Me estás asustando!, dame la muñeca de una vez por todas —le dije mientras me dispuse a acercarme más rápido—.

- ¡Déjala ir! —gritó mientras me lanzaba la muñeca—, entonces, aquella sensación de temor, desesperación y tanto horror empezó a carcomer mi cuerpo mientras veía volar la maldición en el aire. Intenté tomarla para que no se quebrara, pues había algo que me mantenía segura, de que esto era más que una absurda leyenda familiar.

Afortunadamente, pude tomar apenas con mis manos, el vestido de la muñeca, sin embargo, me tropecé, cayendo fuertemente al suelo… esto provocó que se me resbalara, y se quebrara la mitad de su cabeza.

- ¡Sí!, vamos, ¡ya eres libre pequeña! —decía Jenny de una manera tan escalofriante, como si le hablara a alguien—.
- ¡No!, ¡no puede ser! —grité—, y comencé a asustarme al ver que la muñeca había perdido casi toda su cabeza.

Entonces, Jenny empezó a ponerse pálida, se veía algo malo en ella, un rostro tan desagradable y macabro que todos pondrían al ver algo que en verdad nos mataría del miedo. Pero, no sabía qué era lo que le provocaba estar de esa manera. Pronto, no supe más, todo se veía borroso, comencé viendo a Jenny, parecía que estaba haciendo una manualidad, y yo observando desde abajo, se veían sus dedos muy bien, entonces, el resistol empezó a resbalar por el lado de mi cara, ¡hay algo mal!… ¡¿Por qué ocurre esto?!..., parecía que estaba recibiendo un baño de pegamento.

Mi compañera Jenny, me alzó en los aires, sintiendo esa sensación de mariposas en el estomago. Comencé a ver la sala de mi casa, exactamente como estaba anteriormente, y al darme cuenta de que no podía moverme, me encerró en las vitrinas de cristal.

- ¡Gracias por liberarme de esa maldita prisión Jenny! —se escuchó una voz enseguida—, pero si se trataba de mí, ¿cómo era eso posible?, veía mi cuerpo llegar… entonces… ¿Quién era yo?, parecía un sueño lúcido.
- ¡Muy bien Nancy!, ¿pero donde está la verdadera Mónica ahora? —preguntó Jenny—, era increíble… ¡Nancy era el nombre de mi abuela! - Muy bien, esa linda muñequita ahora no se llama Nancy… ¡se llama Mónica!. Mis labios poseídos terminaron esa oración, y al final comprendí todo.

El espíritu de mi abuela se había quedado encerrado en la porcelana, ¡dios mío, cambiamos cuerpos!… ¡ahora yo soy la muñeca!.

"Maldiciones… en palabras,
en actos e, incluso, en porcelana,
se esconden".

Escrita y enviada por:
Héctor Jesús Cristino Lucas/Acapulco, Gro., México

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el lunes, diciembre 14, 2009 12 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Cuentos de Terror, Objetos Malditos

La Casa de los Tubos

jueves, 10 de diciembre de 2009



Hay historias protagonizadas por almas en pena, espíritus o seres extraños y otras que simplemente albergan el misterio en el interior de construcciones que parecen cargar con una maldición. Tal es el caso de esta leyenda, de la cual se cuenta que es un inmueble inconcluso con paredes y habitaciones tubulares que ha sido escenario de más de una muerte trágica y misteriosa. Ubicada en la parte alta de la colonia Country La Escondida, en el municipio de Guadalupe, del estado de Nuevo León, México, se empezó a construir en los años 70s con una arquitectura poco común, según la leyenda, el dueño tenía la intención de construir una casa sin escaleras, sólo con rampas que conectaran con todas las habitaciones para que su hija inválida pudiera trasladarse sin problema en su silla de ruedas.

Cuentan que la primera tragedia ocurrió cuando, aún sin terminarse, el hombre llevó a la menor a visitar la casa en donde, de forma accidental, la pequeña se desplazó en su sillita de ruedas por una de las rampas inconclusas, saliendo disparada por una ventana y encontrando así la trágica muerte.

En los días posteriores, dos albañiles más murieron de forma misteriosa en la construcción al caer, de manera inexplicable, frente a una de las rampas de la casa.

Cabe señalar que el dueño del inmueble, abatido por la muerte de su pequeña hija decidió cancelar la obra. Sin embargo, ésta continúa atrayendo a más de un curioso, no sólo por su arquitectura, sino por el relato de la tragedia, pues, además, existen rumores de que la silueta de la menor puede verse recorrer los pasillos y rampas que habían sido diseñados para facilitarle la vida en su hogar. Se dice que, hasta este día, la construcción es vigilada las 24 hrs. por policías que impiden el paso a curiosos y especialistas que buscan encontrar una explicación a la misteriosa sombra que se aparece en el lugar y que han presenciado quienes han llegado hasta este edificio.

Algunas otras historias que rondan la Casa de los Tubos hablan de un matrimonio joven que acudió ahí con su hijo y de forma accidental y, también misteriosa, el menor cayó desde la misma ventana por la que, años atrás, había perecido la niña.

Esta leyenda es tan popular que fue parte de un proyecto realizado por el fotógrafo Carlos Bravo, cuyo nombre es "Misterios de México" y que, dentro del contenido se encuentra esta historia, documentada dentro del título: "Vive las Leyendas de Nuevo León".

La foto que se muestra a continuación es alusiva al tema y pertenece a dicho fotógrafo.  El escenario que él utilizó fue en donde originalmente ocurrieron los hechos aquí mencionados.


Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el jueves, diciembre 10, 2009 2 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Leyendas Urbanas

La verdadera Emily Rose

miércoles, 9 de diciembre de 2009

Ella es Anneliese Michel, una hermosa joven católica de nacionalidad alemana, nacida el 21 de septiembre de 1952 y criada desde pequeña bajo los lineamientos religiosos, por lo que era extremadamente devota a su fé y religión. Su infancia fue realmente tranquila hasta sus 16 años, cuando comenzaron a sucederle extraños sucesos. Parecía que no tuviera control de su cuerpo, presentaba síntomas de epilepsia, o eso creyeron en un principio.

Después de ser diagnosticada con epilepsia, fue internada en el Hospital Psiquiátrico de Wurzbug para su tratamiento e intentar controlar ese temblor involuntario de su cuerpo.

Mientras se encontraba hospitalizada, Anneliese comenzó a tener una extrañas visiones mientras oraba, generalmente eran imágenes diabólicas. Se convenció de que estaba poseída por un demonio. Al poco tiempo, comenzó a escuchar voces. Al principio eran voces insultantes hacia ella, después, según lo notificó Anneliese, esas voces comenzaron a darle órdenes. Supo que la medicina no la curaría de lo que tenía, pues los doctores no habían podido ayudarle en lo más mínimo hasta el momento.

Cuando sus padres estuvieron al tanto de los sucesos que habían estado atormentando a su hija, estuvieron de acuerdo en solicitarle a la iglesia católica un exorsismo, por lo que hicieron numerosas visitas a diversas parroquias y cléricos sin éxito alguno, todos sus intentos fueron rechazados por la iglesia; al parecer no habían pruebas de que fuese una posesión demoníaca. Para entonces, Anneliese Michel ya contaba con 20 años.

Un año después, otra petición del exorcismo del padre Ernst Alt, quien había estado monitoreando a Anneliese Michel durante un tiempo y consideró que mostraba características necesarias para ser considerada posesión demoníaca, fue rechazada por la iglesia, la cual sugirió que Anneliese debía de acercarse aún más a la fé católica para que así encontrara la paz que necesitaba. Lo único que logró fue que los ataques y su conducta la volvieran más violenta, esto incluía insultar, golpear y morder a los demás miembros de su familia y a sí misma. Se encontraba en estado de desnutrición porque los demonios le habían ordenado no comer, excepto insectos, carbón y beber su propia orina. Se cortaba y golpeaba su cabeza contra las paredes, se arrancaba su ropa y se orinaba en el suelo, todo esto eran sucesos diarios.

En 1975, por fin, fue autorizado un exorcismo a la persona de Anneliese Michel. El Obispo de Wurzburg, Josef Stangl, le ordenó al Padre Arnold Renz y al Pastor Ernst Alt a practicar un "gran exorcismo" a Anneliese. La base para esto era el "Ritual Romanum", el cual era, para ese momento, todavía un canon legal válido desde el Siglo XVII. Se determinó que Anneliese debía ser salvada de varios demonios, incluyendo a Lucifer, Judas Iscariote, Nerón, Caín, Hitler y Fleischmann, un párroco del Siglo XVI, y algunas otras almas atormentadas que se manifestaban a través de ella. Entre septiembre de 1975 hasta julio de 1976 se le practicaron una o dos sesiones de exorcismo por semana; los ataques de Anneliese eran tan fuertes que debía ser sostenida por tres hombres e, incluso, hubo que encadenarla. Durante ese tiempo, Anneliese regresó a una vida, hasta cierto punto, normal: tomó los exámenes finales de la Academia Pedagógica de Wurzburg e iba a la iglesia.

Los ataques, sin embargo, no pararon. De hecho, se le paralizaba el cuerpo y caía inconsciente poco después. El exorsismo continuó por muchos meses más, siempre con las mismas oraciones y conjuros. Algunas veces estaban presentes en los rituales miembros de la familia y visitantes, como por ejemplo, un matrimonio que alegaba haber "descubierto" a Anneliese. Por varias semanas, Anneliese se rehusó a comer y sus rodillas se rompieron por las 600 flexiones que hacía obsesivamente durante cada sesión. Se hicieron más de 40 grabaciones durante el proceso con el propósito de preservar los detalles.


El último día del rito del exorcismo fue el 30 de junio de 1976 y, para este punto, Anneliese sufría de neumonía, también estaba extremadamente delgada y tenía una fiebre muy alta. Exhausta y físicamente incapacitada para hacer las flexiones por su cuenta, sus padres la paraban y la ayudaban con los movimientos. Lo último que le dijo Anneliese a sus exorcistas fue: - "¡Rueguen por el perdón!" y a su madre le dijo: - "Mamá, ¡tengo miedo!". Anna Michel grabó la muerte de su hija al día siguiente, el primero de julio de 1976 al medio día. El Pastor Ernst Alt informó a las autoridades en Aschaffenburg y el Fiscal General comenzó una investigación inmediatamente.


De acuerdo con la evidencia forence Anneliese murió de hambre, los especialistas demandaron que si los acusados la hubieran forzado a comer una semana antes de su muerte Anneliese podía haberse salvado. Una hermana declaró que Anneliese no quería ir a una institución mental porque la podían sedar y obligarla a comer. Los exorcistas trataron de probar la presencia de demonios poniendo las grabaciones de los extraños diálogos, como uno en que dos demonios discutían cuál de ellos iba a dejar el cuerpo de Anneliese primero. Uno de los demonios se llamó a sí mismo Hitler y hablaba con acento extranjero (Hitler nació en Austria), ninguno de los presentes durante el exorcismo tuvo la más pequeña duda de la auténtica presencia de estos demonios.

Los psiquiatras, a quienes se les había ordenado testificar, hablaron de la "Doctriniarire Induction", ellos creían que los sacerdotes le habían dado a Anneliese el contenido de sus conductas psicópatas. Por lo tanto, según ellos, ella aceptó su conducta como una forma de posesión demoníaca, también declararon que el desarrollo sexual inestable de Anneliese, junto a su diagnosticada epilepsia, habían influenciado la psicosis.

El veredicto fue considerado por munchos menos riguroso de lo que se esperaba. Los padres de Anneliese, al igual que los exorcistas, fueron encontrados culpables de asesinato por negligencia y omitir dar primeros auxilios. Fueron sentenciados a seis meses de cárcel y libertad condicional. El veredicto incluía la opinión de la corte de que los acusados debieron ayudarla haciéndose cargo del tratamiento médico que la chica necesitaba, sin embargo, por usar prácticas supersticiosas habían empeorado la ya grave condición de Anneliese.

Una comisión de la Conferencia Episcopal Alemana después declaró que Anneliese Michel realmente no estaba poseída, sin embargo, esto no impidió a los creyentes el continuar con la lucha de Anneliese, ya que muchos creían en su posesión y que el cuerpo de Anneliese no encontró paz, incluso, después de la muerte. Su cadáver fue exhumado once años y medio luego de ser sepultada, sólo para confirmar si se había descompuesto y si había sido bajo las condiciones normales. En la actualidad su tumba permanece como un lugar de peregrinaje para rezar el Rosario por aquellos que creen que Anneliese Michel luchó valientemente contra el demonio.

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el miércoles, diciembre 09, 2009 2 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Exorcismos

La Mano en la Reja

lunes, 7 de diciembre de 2009

Durante las noches de luna en que todos los rumores se apagan, en la famosa Calzada de Guadalupe de Morelia del lado derecho, al empezar la fila de casas, hay una que llama la atención por su aspecto señorial, por sus balcones labrados en piedra y por las rejas de sus sótanos. Sobresalen los fresnos, los cedros y los cipreses envueltos en mantos de camelinas, rosas, campanillas. La algarabía que por la tarde forman allí las urracas de pecho amarillo, es indescriptible.

En esa casa moraba hace muchísimos años un hidalgo tan noble como el Sol y tan pobre como la Luna que, por envidias, había tenido que refugiarse en este rinconcito de la Nueva España que se llamó Valladolid a fin de ponerse a cubierto de unas y otras. Era don Juan Núñez de Castro, hidalgo de esclarecido linaje y de sangre más azul que la de muchos.

Vinieron con él desde España su esposa doña Margarita de Estrada y su hija única doña Leonor. Era doña Margarita, segunda esposa, como de cuarenta años, gruesa de cuerpo. La nariz roja y tan curva como la de un águila que le daba el aspecto de haber sido en su tiempo gitana de pura sangre. Era rabiosa, más que un perro y furibunda como pantera. Con el lujo desplegado en la corte arruino a su marido irremediablemente.

Era doña Leonor, hijastra de doña Margarita e hija de la primera esposa de don Juan. Su belleza era sólo comparable a la de la azucena, blanca como sus pétalos y rubia como los estigmas de sus estambres. De un temperamento dulce y apacible, de una delicadeza y finura incomparable que revelaba a las claras el origen noble de su madre.

Margarita y Leonor eran una verdadera antítesis. Un contraste de carácteres. Mas como la gitana había dominado a don Juan, lo había hecho también con Leonor, quien sufría constantemente las vejaciones que el destierro de la corte, la miseria de su situación y las pretensiones de su madrastra la hacían sufrir sin remedio. Tenía prohibido asomarse a la ventana, salir a paseo, tener amigas, adornarse, como si no existiese. Debía estar constantemente o en la cocina guisando o en el lavadero lavando o en las piezas barriendo. Jamás había de levantar los ojos para ver a nadie. Y ¡ay de ella!, si contrariando las órdenes que se le habían dado se asomaba al balcón o se adornaba.

Vino a Valladolid un noble de la corte del virrey, quien habiendo visto a Leonor en las visitas de monumentos quedó, en seguida, prendado de su hermosura. Ella por su parte no miró con malos ojos al pretendiente; recibió una carta en que se le consultaba su voluntad. No tardo mucho en contestarla, citando al galán para las ocho de la noche en la reja del sótano, lugar donde, para sustraerla de las miradas de la juventud vallisoletana, la tenía confinada doña Margarita.

Era el galán don Manrique de la Serna y Frías, oficial mayor de la secretaría virreinal cuyos padres residían en España. Su posición en México superaba a toda ponderación. Joven, inteligente, activo, sumiso, lleno de las esperanzas, con su buen sueldo en la corte, estimado del virrey y de la nobleza mexicana, laborioso casi rico. De seguro que al presentarse a don Juan de por sí o con una carta del virrey, este si consentía Leonor, no le negaría la mano de su hija, aunque doña Margarita se opusiera por no sacar ella ganancia ninguna del asunto. Pero don Manrique quiso primero estar seguro de la voluntad y del amor de Leonor. Pues bien para ahuyentar a los curiosos y conociendo perfectamente el poco ánimo de la gente y el miedo que causaban en ella los duendes y aparecidos, vistió a su paje de fraile dieguino, después de haberle pintado en su rostro una calavera, con la consigna de pasearse de un lado a otro a lo largo de la calzada de Guadalupe como ánima en pena, mostrando lo más que pudiese la calavera. Sonó el reloj de la catedral pausadamente las ocho de la noche y en seguida todos los campanarios de la ciudad, comenzaron a lanzar los tristes clamores, implorando los sufragios por los difuntos, según las costumbres de aquella santa época. Todo estaba mudo y silencioso. El falso difunto se paseaba a lo largo del muro donde estaba la reja del sótano, y la gente que se atrevía a verle la cara, corría despavorida, lanzando destemplados gritos. Entre tanto don Manrique se acercaba a la reja del sótano para platicar con doña Leonor.


Noche a noche, a las ocho, brotaba sin saber de donde aquel espanto que traía asustados a todos los pacíficos moradores de la calzada de Guadalupe, de modo que a las siete y media de la noche, en que terminaban los últimos reflejos del crepúsculo y se envolvía el cielo en su gran manto de estrellas, la gente estaba ya recogida en sus casas medrosa y espantada.

No le pasaba lo mismo a doña Margarita que maliciosa como era, anduvo espiando el momento oportuno de averiguar el misterio. Descubrió al fin la patraña y estando doña Leonor platicando con don Manrique acerca de los últimos preparativos para pedir su mano a don Juan, cerró por fuera el sótano dejando prisionera a dona Leonor.

Don Manrique llamado apresuradamente a la corte y llevando ya el proyecto de que el virrey le pidiese a don Juan la mano de su hija para él, partió al día siguiente con su comitiva para México.

Doña Leonor al querer al día siguiente salir del sótano, para entregarse a sus ordinarias ocupaciones, encontró que la puerta estaba cerrada. Así pasó todo aquel día llorando y sin comer. Don Juan no la extraño porque jamás se presentaba en la mesa; duraba días y días sin verla; así es que no notó su ausencia. Además, había salido de Valladolid a fin de arreglar los últimos detalles de las siembras de una hacienda no lejana que había comprado con la herencia materna de su hija y por lo mismo no pudo darse cuenta de la prisión de doña Leonor.

Doña Leonor no quería perecer de hambre, ya que deseaba conservarse para su muy amado Manrique, por lo que durante el día sacaba por entre la reja su mano aristocrática pálida y casi descarnada, a fin de implorar una limosna por amor de Dios a los transeúntes que siempre ponían en ella un pedazo de pan. Doña Margarita había difundido que doña Leonor estaba loca y que se ponía furiosa y por eso estaba recluida y como no le bastase el mendrugo que le suministra la madrastra, por eso pedía pan. El espanto había acabado, ya no se veía al fraile discurrir por la noche a lo largo del muro; pero de día no cesaba de estar una mano pálida como de muerte implorando por la reja la caridad pública, con voces débiles y lastimeras.

Un día, día de Corpus Christi, cuando las sonoras campanas de la catedral echadas a vuelo pregonaban la majestad de la eucaristía que era llevada por las calles en medio de una solemnidad inusitada, llegaba a la puerta de la casa de don Juan, una comitiva casi real, a cuyo frente iba don Manrique que traía para don Juan la carta del virrey en que para él le pedía la mano de doña Leonor. Don Juan, asustado, conmovido, empezó a dar voces llamando a doña Leonor. Doña Margarita se había ido al corpus, de modo que nadie respondía, hasta que los criados, sabedores del martirio de doña Leonor, le descubrieron el escondite. Abrieron la puerta y quedaron petrificados, al ver que doña Leonor estaba muerta. Fueron aprehendidos en el acto padre, madrastra y criados, y consignados a las autoridades reales, sufriendo al fin cada cual el condigno castigo.

Don Manrique engalanando el cadáver de doña Leonor con el traje blanco de boda que llevaba para ella, le dio suntuosa sepultura en la iglesia de San Diego.



Después, por mucho tiempo, se veía a deshora en la reja del sótano una mano aristocrática, pálida y descarnada como un lirio marchito, implorando: "¡Un pedazo de pan, por amor de Dios!".



Enviada por: Javier López C./Morelia, Mich. México

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el lunes, diciembre 07, 2009 2 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Leyendas del Virreinato

La Fiesta de Aída

martes, 24 de noviembre de 2009

Se acercaba el día del cumpleaños de Aída y, para hacer algo diferente a las típicas fiestas, decidió hacer una pijamada. Su esposo estuvo de acuerdo y se dedicaron a invitar a sus amigos más apreciados.

Al principio habían acordado hacer todo en su casa, pero una de las primas de Aída, que acababa de comprar su casa en el centro histórico de la ciudad, le propuso que hicieran la reunión en su casa para "estrenarla". Aída nunca hubiera creído que su prima se decidiera a comprar una casa como esa, pues según se cuenta, las casas que están ubicadas en el centro están o embrujadas o poseídas y cuando alguna se pone en venta tarda años en encontrar comprador.

Aída aceptó la propuesta y quedaron en que harían todo el viernes. Ese día por la mañana, Aída y su mejor amiga se fueron a la casa de la prima a acondicionarla para la reunión. Eran las 14:00 hrs., aproximadamente, cuando ya habían terminado de preparar los bocadillos y de limpiar algunas de las habitaciones donde iban a dormir. Sólamente estaban Aída con sus hijas y su amiga, ya que su esposo había salido a comprar las últimas cosas que les faltaban: algo de botanas y bebidas, y la prima de Aída se encontraba de visita en la casa de su novio.

Hacía mucho calor y Aída se metió a bañarse pensando en las cosas que faltaban, cuando, de repente, sentió unas manos heladas que le apretaban los hombros, Aída, creyendo que era su esposo que trataba de portarse cariñoso con ella, no se sorprendió, pero el frío bajó por su espalda y, justo al llegar a su muslo izquierdo, le dieron un golpe muy fuerte. Aída sintió mucho coraje y al girarse para reclamarle a su esposo por haberla golpeado, fue que cayó en la cuenta de que su marido no estaba ahí. En ese instante el agua de la regadera cambió de tibia a helada y el cuarto de baño se llenó de un olor feo, parecido a carne en mal estado. Antes ya había experimentado cosas extrañas en la casa, a las que había restado importancia, pero creía que eso ya era demasiado, por lo que no esperó a terminar de bañarse y salió apresurada del baño sin mencionarle nada a su amiga, pues ella estaba embarazada y lo menos que pretendía era causarle algún malestar en dicho estado.

A la media hora llegó su esposo y, para tratar de olvidar lo sucedido se pusieron a charlar todos en la sala, pero en un momento la amiga de Aída interrumpió la plática disculpándose, pues necesitaba ir al baño.

Pasaron unos minutos y Aída y su esposo oyeron, de repente, que su amiga les gritaba desesperada, ellos pensaron que se había sentido mal respecto a su embarazo, por lo que corrieron a la puerta del baño (donde anteriormente Aída se había bañado), al tocar ella les abrió llorando y esforzándose mucho para articular palabras, pues estaba muy asustada.

Una vez que se calmó les contó que al estar ella sentada sobre el excusado alcanzó a ver por la hendidura de entre la puerta y el piso que alguien o algo pasaba varias veces de un lado a otro hasta que se detuvo detrás de la puerta, ella supuso que era Aída, pero cuando iba a salir, lo que estaba fuera empezó a girar la perilla de manera brusca y golpeando la puerta varias veces, como si quisiera entrar. Fue entonces que ella empezó a gritar.

Para ese momento, Aída ya estaba arrepentidísima de haber aceptado la idea de su prima en cuanto a hacer la reunión en esa casa, pero trataron de olvidarse de todo dispuestos a pasársela bien, después de todo, estaban por celebrar su cumpleaños.

Una vez que comenzó la fiesta, en un momento en que Aída y su prima se quedaron a solas, ésta le preguntó si durante el tiempo que llevaba viviendo ahí (que en realidad era muy poco: una semana y media) había visto o escuchado cosas fuera de lo normal, pero ella le respondió que no, por lo que Aída ya no le dijo nada pensando que no tenía caso.

A las 02:00 a.m., aproximadamente, ya sólo quedaban las personas que iban a dormir en la casa. Como ya era tarde, se fueron a seguir la plática a la sala principal, la cual se encontraba separada sólo a cuatro metros del pie de la escalera, mientras tomaban una que otra copa de vino (sin excesos, sobre todo por la amiga embarazada). Las hijas de Aída se encontraban dormidas en una de las recámaras de la parte de arriba junto con el hijo de la prima.

Aída ya había olvidado el suceso del cuarto de baño o, por lo menos, eso intentaba, pero entonces se fue la luz y, pese a que nadie lo comentó, sí se sintió en el ambiente un poco de miedo entre los presentes, pero de pronto todos escucharon golpes en el estudio que quedaba en frente de la sala.

Luego fueron gritos, un portazo y oyeron que alguien corría; los pasos salían del estudio pasando por donde ellos estaban sentados, el ambiente de la casa, para entonces, se puso helado y el olor a podrido se percibía insoportablemente. Entonces, dichos pasos subieron la escalera y siguieron así por todo el pasillo hasta llegar al final, donde se encontraba el cuarto de baño y ahí la puerta se cerró, de nuevo, abruptamente.
Aída jamás había experimentado tanto miedo, pero lo único que se le vino a la mente fueron los niños, por lo que subió a donde se encontraban dormidos y su esposo la alcanzó para ayudarla a cargarlos, pero, tanto era el miedo del resto de ellos que, nadie quiso quedarse abajo y todos subieron a la habitación detrás de ellos. Pero entonces volvieron los pasos, sólo que éstos eran más lentos, más pesados... la madera crujía de una manera espantosa, venían de abajo... algo iba subiendo las escaleras cerrando la puerta. Las mujeres estaban llorando y, ante tal hecho, sólo se les ocurrió rezar. Creían que, en cualquier momento, alguna cosa paranormal iba a derribar la puerta y hacerles daño, pero contrario a eso, los pasos siguieron de largo hasta el final del pasillo, pues sólo escucharon cómo golpeó la puerta del baño varias veces, que cayeron cosas al piso y que se rompía algo parecido a un espejo o vidrio... y, fue justo ahí, cuando se detuvo todo. Los hombres fueron a ver qué había en el baño, pero no encontraron nada... lo único extraño que notaron fue que la regadera estaba abierta y el agua corría.

Cada quién agarró lo que pudo y salieron de ese lugar.

La prima de Aída ya no regresó a su casa. Dos días después buscó a la antigua dueña y le preguntó si sabía de algún acto violento que hubiese sucedido en ese lugar, pero ella le respondió que no tenía conocimiento de nada.  Sin embargo la prima de Aída no le creyó ni una palabra, pues al estar investigando descubrió que esa casa ya había sido vendida, por lo menos, unas seis veces en lo que iba de ese año.

Cabe mencionar que aquella casa ha quedado abandonada luego del terrible suceso que vivieron esa noche, pues la prima de Aída no se atreve a ponerla en venta y exponer a nuevos habitantes.
Adaptación: Jazmine Dguez.
[bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva]

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el martes, noviembre 24, 2009 3 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Cuentos de Terror

La Chica de la Universidad

sábado, 14 de noviembre de 2009

Jessica y sus amigas compartían el alquiler de un piso en la universidad donde estudiaban.  Una noche, mientras se encontraban preparándose para los próximos exámenes, escucharon que tocaban a su puerta.  Jessica abrió: era una chica que decía que se le había apagado la luz de su piso y que no podía estudiar.  Así que les pidió que la dejaran pasar para poder seguir estudiando y Jessica y sus compañeras de cuarto aceptaron, pero esto sucedió varias noches: esta chica, aproximadamente a las 12:00 de la noche, llegaba a su piso diciendo que se le apagaba la luz y que necesitaba de su ayuda para poder seguirse aplicando para los exámenes, ya que, pese a que tenía un candelero, la luz que emitían las velas de éste no le alumbraban lo suficiente, les explicó.

El día que publicaron las notas de los exámenes, Jessica y sus compañeras de cuarto fueron a mirar al tablón para ver sus calificaciones; todas habían aprobado, pero a Angélica Gaytán (que así se llamaba la chica) no la encontraron por ninguna parte del tablón.

Cuando llegaron a su piso, le preguntaron al portero que si sabía en cuál de esos vivía una chica llamada Angélica Gaytán y el portero les respondió que esa joven había vivido hace muchos años atrás en uno cercano al suyo, pero que había muerto en un incendio que ella misma había provocado por haberse quedado dormida al estar estudiando para unos exámenes que tenía que presentar al otro día, dado que había dejado un candelero encendido cerca de ella y que éste cayó en algún momento ocasionando el siniestro. Incrédulas, fueron a conserjería a confirmar que esto fuera cierto.  Ahí les validaron la noticia. Jessica y sus amigas no daban crédito a lo que les había sucedido, y, aunque lo siguieron comentando durante mucho tiempo, poco tiempo después empezaron a restarle importancia al asunto y siguieron su vida de manera normal.

Cuando se encontraba próximo el siguiente periodo de exámenes, a media noche, escucharon que llamaban a la puerta, entonces Jessica se levantó y, al preguntar quién era, una voz le respondió desde afuera diciéndole que era Angélica.  Asustada, Jessica llamó al resto de sus amigas y al abrir la puerta, una de ellas le preguntó que si era verdad que ella estaba muerta y Angélica con un grito muy fuerte dijo: - ¡SÍ!.  Aterradas le cerraron la puerta y se mudaron de piso de inmediato para evitar un encuentro más con el fantasma de Angélica.
By: Jazmine Dguez.
[bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva]

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el sábado, noviembre 14, 2009 4 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Cuentos de Terror

La Desconocida

viernes, 13 de noviembre de 2009

Era el año de 1992, Claudia vivía en pleno corazón de Santiago de Chile, con su familia compuesta por sus dos hijos de 14 y 9 años y su amado esposo Gerardo, de 36 años, igual que ella.  Eran una familia de buena situación económica, ya que Gerardo trabajaba en una importante empresa, lo cual le daba la oportunidad de tener un buen vivir, incluso darse lujos como tener una linda casa en la playa, donde pasaban sus temporadas de verano.

Una tarde, Gerardo llamó a su esposa aproximadamente a las 18:00 hrs. para que preparara una rica cena, ya que llevaría a un amigo. Cuando el reloj marcó las 22:30 hrs. Gerardo llegó a casa, con Juan Carlos, su nuevo compañero de labores.  Después de la presentación formal, Claudia se dispuso a servir la cena, y en la cocina ella le mencionó a su mejor amiga, que había invitado Claudia por su parte, que ese tal Juan Carlos que venía con su esposo no le gustaba nada, que había algo en él que le daba desconfianza y un temor que no se podía explicar. Su amiga le dijo que no se preocupara, que era sólo un compañero de trabajo, pero que si no era grata su presencia en su casa le pidiera a su esposo que evitara invitarlo a casa en futuras ocasiones.

Al cabo de unos días Gerardo comenzó a llegar tarde, a llegar ebrio, a evitar intimidad con su esposa e incluso a llamar desde lugares donde se oía claramente música y risas de mujeres, sólo para avisar que estaba en reuniones de trabajo.  En quince años de matrimonio Claudia jamás había sufrido tanto como en esos momentos. Un día, tratando de aliviar tensiones, Claudia y su inseparable amiga prepararon un buen fin de semana, pero a Gerardo se le ocurrió invitar a Juan Carlos a último momento y el fin de semana se convirtió en un verdadero martirio.

Dos semanas después, como a las 19:00 hrs., llama Gerardo a su esposa, avisándole que llegaría nuevamente tarde porque tenía una reunión muy importante. Pero Claudia no se conformó con eso, instada por su sexto sentido, dejó a los niños en casa de su amiga diciéndole que después la llamaría para contarle.

Lo peor estaría por llegar... Claudia fue a la empresa de su esposo y le preguntó a la recepcionista por Gerardo, mayor fue su sorpresa cuando la secretaria le informó que su esposo no había trabajado en toda la tarde, avisando que se encontraba enfermo. Claudia no podía creer lo que le decían, así que se le ocurrió preguntar por Juan Carlos (el compañero de trabajo) y la señorita secretaria le contesta: - Lo siento Sra. Claudia, pero Don Juan Carlos fue despedido hace una semana. La mente de Claudia quedó en blanco, no se explicaba lo que sucedía, de repente una luz fugaz iluminó su mente y casi autónoma se subió a su coche y se dirigió a la casa de la playa que queda a más de dos horas de Santiago de Chile.

Durante el camino, únicamente fumaba a fin de tranquilizarse, era guiada sólo por instinto. Al llegar a la casa de la playa, el reloj marcaba la 01:00 a.m., como lo presentía, el auto de Gerardo estaba en el estacionamiento de la casa.  Entró sigilosamente y sintió ruidos en la recámara. Se dirigió a ella, abrió de un golpe la puerta y se encontró con una escena horrible, por decir lo menos: su esposo amado estaba intimando con su ex compañero de trabajo: Juan Carlos.  Claudia quedó inmóvil, su mente y su corazón no podían admitir la traición de su marido, de repente salió corriendo de la casa y se dirigió a un precipicio de casi 50 metros de altura que daba hacia rocas y furiosas olas de mar.  Claudia no pensaba, sólo gemía y gritaba, no pensaba ni siquiera en sus pequeños hijos que estaban en ese momento con su amiga, inocentes de todo lo acontecido.


Se acercó peligrosamente hasta la orilla, con una idea fija en la mente: suicidarse, acabar con su vida de una sola vez. Cuando estaba tomando su último aliento de fuerza para hacerlo... una mano se posó en su hombro. En la oscuridad pudo notar el rostro pálido de una muchacha joven de unos 19 años de edad, que le impidió que diera su salto mortal. La muchacha la sentó junto a ella en una roca, le pasó por los hombros su chamarra negra de cuero para abrigar a Claudia, quien estaba desconsolada y, con una voz muy suave, le dijo así: - Hey! enfrenta la vida, no enfrentes la muerte porque nunca ganarás, a la vida tienes que encararla, ya que tienes hijos que te ayudarán espiritualmente a conseguirlo, no lo hagas, por favor.  Claudia la miró y lloró sin parar; cuando se calmó un poco, le preguntó: - ¿Quién eres tú?, ¿de dónde saliste?, ¡no te oí llegar!. La muchacha le dijo: - ¡Eso es lo de menos!, lo que realmente importa es que tú te vayas a tu casa y descanses, sólo te diré que yo vivo en esa colina que está frente a la playa, en una casa rosada con muchas flores en su jardín, vivo con mi madre y siempre visito este lugar.

Al cabo de unas horas de conversación Claudia se dió cuenta que amanecía, y se despidió de la muchacha. Subió a su auto y se iba a dirigir de vuelta a Santiago de Chile cuando su amiga la encontró, ya que estaba preocupada porque no sabía nada de ella, por lo que había tomado su camioneta para dirigirse a la playa acompañada de los dos hijos de Claudia; cuando Claudia la vió se tiró a sus brazos y le narró todo. En un momento le pidió que la acompañara a la colina para devolver la chaqueta de la desconocida que momentos antes la había ayudado.

Llegaron a la única casa rosada que había y tocaron la puerta. Salió una mujer muy amable, de unos 60 años, a quien le preguntaron por la muchacha y se extrañó muchísimo. Las hizo pasar a su casa y les llevó una fotografía... Claudia la reconoció inmediatamente y la bondadosa mujer, con lágrimas en los ojos, les contó que era su hija Mercedes quien, con sólo 19 años se suicidó desde el precipicio.  Claudia no comprendía lo que estaba escuchando, sólo lloraba más y más... la mujer reconoció la chamarra de cuero y les dijo que era la misma que Mercedes llevaba puesta cuando se mató. Al cabo de unos minutos se regresaron a Santiago.

Claudia jamás volvió a ver a su esposo, pero, lamentablemente, a principios del 2001, en el mes de junio, Claudia murió luego de haber enfrentado una dura batalla contra un cáncer hepático, con lo cual, queda demostrado que siguió los sabios consejos de aquella desconocida del precipicio.

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el viernes, noviembre 13, 2009 2 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Relatos Inexplicables del Más Allá

Niños Fantasma

miércoles, 4 de noviembre de 2009

La trágica muerte de unos niños en un autobús escolar que se detuvo sobre las vías del tren, ha desatado una leyenda que revela la existencia de fuerzas extrañas en el lugar de los hechos y que hace suponer que las almas de los menores no se han ido.

El espíritu de los niños vigila permanentemente el sitio y ayuda a cualquier auto que se detenga cerca de las vías, empujándolo en una pendiente ascendente hasta estar a salvo.

Esta es una de las historias de fantasmas más populares de San Antonio, Texas, misma que va más allá de la sola leyenda, ya que, incluso, las calles cercanas llevan los nombres de niños fallecidos en ese accidente.

Muchas personas que han querido vivir la experiencia de sentir la presencia de los menores colocan talco en la cajuela de los autos para ver cómo se marcan manos pequeñas en éstos, aparentemente al ser empujados por los infantes.

Cada noche de Halloween, policias locales deben guiar el tráfico que se aglomera en la calle Shane, cerca del circuito 410, al sur de San Antonio, Texas, debido a que decenas de automovilistas se paran frente a las vías, apagan sus motores, colocan la transmisión en neutral y se dejan llevar por los "niños fantasma".

Pero no es preciso que esto ocurra en cada día de brujas, casi cada noche algún automovilista se acerca a ese paraje alejado, silencioso y poco iluminado para vivir la experiencia.

El vehículo detenido y en neutral, de pronto comienza a moverse sin importar que las vías estén en un plano más elevado que la calle.  El sonido de las llantas sobre las piedras confirma el movimiento.  El vehículo pasa las vías y se detiene tan pronto baja la pendiente del otro lado.

La misma calle Shane tiene el nombre de uno de los niños fallecidos.  Cerca de ahí están las calles Laura Lee, Nancy Carole, Cindy Sue, Richy Otis y Bobby Allen, en referencia a los niños muertos.

La leyenda habla de un camión escolar con niños de primaria que al momento de cruzar la vía sufrió una falla.  El chofer intentó echarlo a andar y ante la cercanía del tren, pidió a los niños escapar, pero todos murieron.

En San Antonio no existen registros periodísticos sobre un accidente con tales características.  Aún así, las marcas de manos en los vehículos han sido documentadas en fotos y videos, incluso, el Discovery Channel transmitió dentro de un programa la historia e imágenes de las manitas marcadas en un auto y catalogó la historia como "inexplicable".

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el miércoles, noviembre 04, 2009 8 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Cuentos de Terror

Calaverita a Sergio Gómez Sandoval [huésped ocasional de la Mansión]

lunes, 2 de noviembre de 2009

- ¡Al fin llegó el 2 de noviembre!,
¡es mi festín! —dijo la Muerte—
¡rápido a la carroza fúnebre,
pa’ llevar algún cuerpo inerte!.

Sergio, el arquitecto, dejó sus planos,
sin importar si estaban terminados,
la regla 'T' puso sobre el restirador,
cuando pasó por él el aniquilador...

- ¿A dónde crees que vas arquitecto?
—la Muerte le preguntó—,
- Al gym, ¡para verme siempre perfecto!
—Sergio a la Muerte le contestó—.

Pero la Muerte al oir su contestación
le cayó mal por presumido y arrogante...
y, con todo y su pretención,
al más allá se lo llevó por petulante.
Jazmine Dguez.
[bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva]

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el lunes, noviembre 02, 2009 2 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Calaveritas Literarias

Calaverita Literaria al Carnicero del Callejón de la Delgadina

sábado, 31 de octubre de 2009



La muerte al Carnicero fue a visitar
para llevárselo al más allá...
pobre muerte no lo pudo levantar,
tuvo que dejarlo y ponerlo a rebajar.

- ¿Dónde esta tu esposa? —le preguntó la muerte—,
- Está en el establo de atrás —le respondió indiferente—,
- ¡Y está tan flaca como tú! —insolente agregó—
y la muerte enojada ¡se lo chingó!.
Escrita y enviada por:
Sergio Gómez Sandoval/Colima, Méx.

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el sábado, octubre 31, 2009 0 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Calaveritas Literarias

Calaverita a Jazmine Dguez./Lilith†La†Enemiga†d†Eva



¡Pobre de mi amiga Jaz!
la sangre nunca me pudo chupar...
la huesuda vino y se la llevó
cuando estaba escribiendo en su blog.

Ya estando en el cementerio
se creía una muerta diosa,
pues tenía mucho asedio
de pura calaca chismosa.

Se esfumó su fantasía
que era el ser actriz,
pues se fue a la funeraria
con todo y su cicatriz.
Escrita y enviada por:
Sergio Gómez Sandoval/Colima, Méx.

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el sábado, octubre 31, 2009 1 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Calaveritas Literarias

Calaverita Literaria a 'La Mansión Encantada'

viernes, 30 de octubre de 2009



Llegó la Muerte a "La Mansión Encantada"
a pasar lista a las ánimas que ahí habitaban
al entrar encontró a la muñeca de Lú
y de inmediato le imploró: - ¡Hey!, no me lleves tú.

La Muerte la ignoró y siguió su andar de largo
encontrando un gran espejo en el salón de estar,
en su reflejo Verónica despertaba de su letargo
quien la desafió a repetir su nombre 9 veces para jugar.

La Muerte le advirtió que no osara en retarla,
pero el Fantasma de la Carretera robó su atención
cuando notó que en torno a ella hay más de una versión...
pero antes de averigüarlas todas prefirió perdonarla.

Y así llegó la Muerte de pronto a la cocina,
ahí un pequeño ente sediento leche le pidió,
por lo que la Muerte se conmovió con esa niña
y ¡dos vasos enormes de leche le sirvió!.

Contemplándola estaba cuando entró una joven mujer
con el cabello húmedo y que vestía a la moda de los años 80s.
la Muerte la reconoció porque llevaba todas las chamarras puestas
y le preguntó si una de éstas podría ella poseer.

El Fantasma de la Discoteca Androides se la obsequió,
y la Muerte la perdonó (creo que esto ya era de adivinar).
Mariana, que observaba todo desde el balcón, inquirió:
- Si yo también te regalo algo particular, ¿a mi casa me podrías llevar?

- ¡Ni lo pienses! —le respondió la Muerte a Mariana—
y atravesó la mansión un tanto enojada,
cuando llegó al cuarto de lavado, a un niño encontró
metido en la lavadora y la Muerte, del asombro, por un momento enmudeció.

Más adelante una mujer 'Trenzona' con la Muerte se quejó
pidiéndole sacar al niño para no tener que lavar de rodillas por la mañana.
La Muerte fastidiada por tantas quejas, a todos amenazó
con sacarlos de la Mansión para enfilarlos con la "Santa Compaña".

Pero para quitarle el malhumor, todos al unisono la invitaron
al Morbido Film Fest México del Cinemark
y la Muerte feliz del detalle que le brindaron
aceptó gustosa y partieron juntos y felices al CNA.
Jazmine Dguez.
[bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva]

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el viernes, octubre 30, 2009 3 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

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