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La Mansión Encantada

La Fiesta de Aída

martes, 24 de noviembre de 2009

Se acercaba el día del cumpleaños de Aída y, para hacer algo diferente a las típicas fiestas, decidió hacer una pijamada. Su esposo estuvo de acuerdo y se dedicaron a invitar a sus amigos más apreciados.

Al principio habían acordado hacer todo en su casa, pero una de las primas de Aída, que acababa de comprar su casa en el centro histórico de la ciudad, le propuso que hicieran la reunión en su casa para "estrenarla". Aída nunca hubiera creído que su prima se decidiera a comprar una casa como esa, pues según se cuenta, las casas que están ubicadas en el centro están o embrujadas o poseídas y cuando alguna se pone en venta tarda años en encontrar comprador.

Aída aceptó la propuesta y quedaron en que harían todo el viernes. Ese día por la mañana, Aída y su mejor amiga se fueron a la casa de la prima a acondicionarla para la reunión. Eran las 14:00 hrs., aproximadamente, cuando ya habían terminado de preparar los bocadillos y de limpiar algunas de las habitaciones donde iban a dormir. Sólamente estaban Aída con sus hijas y su amiga, ya que su esposo había salido a comprar las últimas cosas que les faltaban: algo de botanas y bebidas, y la prima de Aída se encontraba de visita en la casa de su novio.

Hacía mucho calor y Aída se metió a bañarse pensando en las cosas que faltaban, cuando, de repente, sentió unas manos heladas que le apretaban los hombros, Aída, creyendo que era su esposo que trataba de portarse cariñoso con ella, no se sorprendió, pero el frío bajó por su espalda y, justo al llegar a su muslo izquierdo, le dieron un golpe muy fuerte. Aída sintió mucho coraje y al girarse para reclamarle a su esposo por haberla golpeado, fue que cayó en la cuenta de que su marido no estaba ahí. En ese instante el agua de la regadera cambió de tibia a helada y el cuarto de baño se llenó de un olor feo, parecido a carne en mal estado. Antes ya había experimentado cosas extrañas en la casa, a las que había restado importancia, pero creía que eso ya era demasiado, por lo que no esperó a terminar de bañarse y salió apresurada del baño sin mencionarle nada a su amiga, pues ella estaba embarazada y lo menos que pretendía era causarle algún malestar en dicho estado.

A la media hora llegó su esposo y, para tratar de olvidar lo sucedido se pusieron a charlar todos en la sala, pero en un momento la amiga de Aída interrumpió la plática disculpándose, pues necesitaba ir al baño.

Pasaron unos minutos y Aída y su esposo oyeron, de repente, que su amiga les gritaba desesperada, ellos pensaron que se había sentido mal respecto a su embarazo, por lo que corrieron a la puerta del baño (donde anteriormente Aída se había bañado), al tocar ella les abrió llorando y esforzándose mucho para articular palabras, pues estaba muy asustada.

Una vez que se calmó les contó que al estar ella sentada sobre el excusado alcanzó a ver por la hendidura de entre la puerta y el piso que alguien o algo pasaba varias veces de un lado a otro hasta que se detuvo detrás de la puerta, ella supuso que era Aída, pero cuando iba a salir, lo que estaba fuera empezó a girar la perilla de manera brusca y golpeando la puerta varias veces, como si quisiera entrar. Fue entonces que ella empezó a gritar.

Para ese momento, Aída ya estaba arrepentidísima de haber aceptado la idea de su prima en cuanto a hacer la reunión en esa casa, pero trataron de olvidarse de todo dispuestos a pasársela bien, después de todo, estaban por celebrar su cumpleaños.

Una vez que comenzó la fiesta, en un momento en que Aída y su prima se quedaron a solas, ésta le preguntó si durante el tiempo que llevaba viviendo ahí (que en realidad era muy poco: una semana y media) había visto o escuchado cosas fuera de lo normal, pero ella le respondió que no, por lo que Aída ya no le dijo nada pensando que no tenía caso.

A las 02:00 a.m., aproximadamente, ya sólo quedaban las personas que iban a dormir en la casa. Como ya era tarde, se fueron a seguir la plática a la sala principal, la cual se encontraba separada sólo a cuatro metros del pie de la escalera, mientras tomaban una que otra copa de vino (sin excesos, sobre todo por la amiga embarazada). Las hijas de Aída se encontraban dormidas en una de las recámaras de la parte de arriba junto con el hijo de la prima.

Aída ya había olvidado el suceso del cuarto de baño o, por lo menos, eso intentaba, pero entonces se fue la luz y, pese a que nadie lo comentó, sí se sintió en el ambiente un poco de miedo entre los presentes, pero de pronto todos escucharon golpes en el estudio que quedaba en frente de la sala.

Luego fueron gritos, un portazo y oyeron que alguien corría; los pasos salían del estudio pasando por donde ellos estaban sentados, el ambiente de la casa, para entonces, se puso helado y el olor a podrido se percibía insoportablemente. Entonces, dichos pasos subieron la escalera y siguieron así por todo el pasillo hasta llegar al final, donde se encontraba el cuarto de baño y ahí la puerta se cerró, de nuevo, abruptamente.
Aída jamás había experimentado tanto miedo, pero lo único que se le vino a la mente fueron los niños, por lo que subió a donde se encontraban dormidos y su esposo la alcanzó para ayudarla a cargarlos, pero, tanto era el miedo del resto de ellos que, nadie quiso quedarse abajo y todos subieron a la habitación detrás de ellos. Pero entonces volvieron los pasos, sólo que éstos eran más lentos, más pesados... la madera crujía de una manera espantosa, venían de abajo... algo iba subiendo las escaleras cerrando la puerta. Las mujeres estaban llorando y, ante tal hecho, sólo se les ocurrió rezar. Creían que, en cualquier momento, alguna cosa paranormal iba a derribar la puerta y hacerles daño, pero contrario a eso, los pasos siguieron de largo hasta el final del pasillo, pues sólo escucharon cómo golpeó la puerta del baño varias veces, que cayeron cosas al piso y que se rompía algo parecido a un espejo o vidrio... y, fue justo ahí, cuando se detuvo todo. Los hombres fueron a ver qué había en el baño, pero no encontraron nada... lo único extraño que notaron fue que la regadera estaba abierta y el agua corría.

Cada quién agarró lo que pudo y salieron de ese lugar.

La prima de Aída ya no regresó a su casa. Dos días después buscó a la antigua dueña y le preguntó si sabía de algún acto violento que hubiese sucedido en ese lugar, pero ella le respondió que no tenía conocimiento de nada.  Sin embargo la prima de Aída no le creyó ni una palabra, pues al estar investigando descubrió que esa casa ya había sido vendida, por lo menos, unas seis veces en lo que iba de ese año.

Cabe mencionar que aquella casa ha quedado abandonada luego del terrible suceso que vivieron esa noche, pues la prima de Aída no se atreve a ponerla en venta y exponer a nuevos habitantes.
Adaptación: Jazmine Dguez.
[bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva]

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el martes, noviembre 24, 2009 3 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Cuentos de Terror

La Chica de la Universidad

sábado, 14 de noviembre de 2009

Jessica y sus amigas compartían el alquiler de un piso en la universidad donde estudiaban.  Una noche, mientras se encontraban preparándose para los próximos exámenes, escucharon que tocaban a su puerta.  Jessica abrió: era una chica que decía que se le había apagado la luz de su piso y que no podía estudiar.  Así que les pidió que la dejaran pasar para poder seguir estudiando y Jessica y sus compañeras de cuarto aceptaron, pero esto sucedió varias noches: esta chica, aproximadamente a las 12:00 de la noche, llegaba a su piso diciendo que se le apagaba la luz y que necesitaba de su ayuda para poder seguirse aplicando para los exámenes, ya que, pese a que tenía un candelero, la luz que emitían las velas de éste no le alumbraban lo suficiente, les explicó.

El día que publicaron las notas de los exámenes, Jessica y sus compañeras de cuarto fueron a mirar al tablón para ver sus calificaciones; todas habían aprobado, pero a Angélica Gaytán (que así se llamaba la chica) no la encontraron por ninguna parte del tablón.

Cuando llegaron a su piso, le preguntaron al portero que si sabía en cuál de esos vivía una chica llamada Angélica Gaytán y el portero les respondió que esa joven había vivido hace muchos años atrás en uno cercano al suyo, pero que había muerto en un incendio que ella misma había provocado por haberse quedado dormida al estar estudiando para unos exámenes que tenía que presentar al otro día, dado que había dejado un candelero encendido cerca de ella y que éste cayó en algún momento ocasionando el siniestro. Incrédulas, fueron a conserjería a confirmar que esto fuera cierto.  Ahí les validaron la noticia. Jessica y sus amigas no daban crédito a lo que les había sucedido, y, aunque lo siguieron comentando durante mucho tiempo, poco tiempo después empezaron a restarle importancia al asunto y siguieron su vida de manera normal.

Cuando se encontraba próximo el siguiente periodo de exámenes, a media noche, escucharon que llamaban a la puerta, entonces Jessica se levantó y, al preguntar quién era, una voz le respondió desde afuera diciéndole que era Angélica.  Asustada, Jessica llamó al resto de sus amigas y al abrir la puerta, una de ellas le preguntó que si era verdad que ella estaba muerta y Angélica con un grito muy fuerte dijo: - ¡SÍ!.  Aterradas le cerraron la puerta y se mudaron de piso de inmediato para evitar un encuentro más con el fantasma de Angélica.
By: Jazmine Dguez.
[bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva]

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el sábado, noviembre 14, 2009 4 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Cuentos de Terror

La Desconocida

viernes, 13 de noviembre de 2009

Era el año de 1992, Claudia vivía en pleno corazón de Santiago de Chile, con su familia compuesta por sus dos hijos de 14 y 9 años y su amado esposo Gerardo, de 36 años, igual que ella.  Eran una familia de buena situación económica, ya que Gerardo trabajaba en una importante empresa, lo cual le daba la oportunidad de tener un buen vivir, incluso darse lujos como tener una linda casa en la playa, donde pasaban sus temporadas de verano.

Una tarde, Gerardo llamó a su esposa aproximadamente a las 18:00 hrs. para que preparara una rica cena, ya que llevaría a un amigo. Cuando el reloj marcó las 22:30 hrs. Gerardo llegó a casa, con Juan Carlos, su nuevo compañero de labores.  Después de la presentación formal, Claudia se dispuso a servir la cena, y en la cocina ella le mencionó a su mejor amiga, que había invitado Claudia por su parte, que ese tal Juan Carlos que venía con su esposo no le gustaba nada, que había algo en él que le daba desconfianza y un temor que no se podía explicar. Su amiga le dijo que no se preocupara, que era sólo un compañero de trabajo, pero que si no era grata su presencia en su casa le pidiera a su esposo que evitara invitarlo a casa en futuras ocasiones.

Al cabo de unos días Gerardo comenzó a llegar tarde, a llegar ebrio, a evitar intimidad con su esposa e incluso a llamar desde lugares donde se oía claramente música y risas de mujeres, sólo para avisar que estaba en reuniones de trabajo.  En quince años de matrimonio Claudia jamás había sufrido tanto como en esos momentos. Un día, tratando de aliviar tensiones, Claudia y su inseparable amiga prepararon un buen fin de semana, pero a Gerardo se le ocurrió invitar a Juan Carlos a último momento y el fin de semana se convirtió en un verdadero martirio.

Dos semanas después, como a las 19:00 hrs., llama Gerardo a su esposa, avisándole que llegaría nuevamente tarde porque tenía una reunión muy importante. Pero Claudia no se conformó con eso, instada por su sexto sentido, dejó a los niños en casa de su amiga diciéndole que después la llamaría para contarle.

Lo peor estaría por llegar... Claudia fue a la empresa de su esposo y le preguntó a la recepcionista por Gerardo, mayor fue su sorpresa cuando la secretaria le informó que su esposo no había trabajado en toda la tarde, avisando que se encontraba enfermo. Claudia no podía creer lo que le decían, así que se le ocurrió preguntar por Juan Carlos (el compañero de trabajo) y la señorita secretaria le contesta: - Lo siento Sra. Claudia, pero Don Juan Carlos fue despedido hace una semana. La mente de Claudia quedó en blanco, no se explicaba lo que sucedía, de repente una luz fugaz iluminó su mente y casi autónoma se subió a su coche y se dirigió a la casa de la playa que queda a más de dos horas de Santiago de Chile.

Durante el camino, únicamente fumaba a fin de tranquilizarse, era guiada sólo por instinto. Al llegar a la casa de la playa, el reloj marcaba la 01:00 a.m., como lo presentía, el auto de Gerardo estaba en el estacionamiento de la casa.  Entró sigilosamente y sintió ruidos en la recámara. Se dirigió a ella, abrió de un golpe la puerta y se encontró con una escena horrible, por decir lo menos: su esposo amado estaba intimando con su ex compañero de trabajo: Juan Carlos.  Claudia quedó inmóvil, su mente y su corazón no podían admitir la traición de su marido, de repente salió corriendo de la casa y se dirigió a un precipicio de casi 50 metros de altura que daba hacia rocas y furiosas olas de mar.  Claudia no pensaba, sólo gemía y gritaba, no pensaba ni siquiera en sus pequeños hijos que estaban en ese momento con su amiga, inocentes de todo lo acontecido.


Se acercó peligrosamente hasta la orilla, con una idea fija en la mente: suicidarse, acabar con su vida de una sola vez. Cuando estaba tomando su último aliento de fuerza para hacerlo... una mano se posó en su hombro. En la oscuridad pudo notar el rostro pálido de una muchacha joven de unos 19 años de edad, que le impidió que diera su salto mortal. La muchacha la sentó junto a ella en una roca, le pasó por los hombros su chamarra negra de cuero para abrigar a Claudia, quien estaba desconsolada y, con una voz muy suave, le dijo así: - Hey! enfrenta la vida, no enfrentes la muerte porque nunca ganarás, a la vida tienes que encararla, ya que tienes hijos que te ayudarán espiritualmente a conseguirlo, no lo hagas, por favor.  Claudia la miró y lloró sin parar; cuando se calmó un poco, le preguntó: - ¿Quién eres tú?, ¿de dónde saliste?, ¡no te oí llegar!. La muchacha le dijo: - ¡Eso es lo de menos!, lo que realmente importa es que tú te vayas a tu casa y descanses, sólo te diré que yo vivo en esa colina que está frente a la playa, en una casa rosada con muchas flores en su jardín, vivo con mi madre y siempre visito este lugar.

Al cabo de unas horas de conversación Claudia se dió cuenta que amanecía, y se despidió de la muchacha. Subió a su auto y se iba a dirigir de vuelta a Santiago de Chile cuando su amiga la encontró, ya que estaba preocupada porque no sabía nada de ella, por lo que había tomado su camioneta para dirigirse a la playa acompañada de los dos hijos de Claudia; cuando Claudia la vió se tiró a sus brazos y le narró todo. En un momento le pidió que la acompañara a la colina para devolver la chaqueta de la desconocida que momentos antes la había ayudado.

Llegaron a la única casa rosada que había y tocaron la puerta. Salió una mujer muy amable, de unos 60 años, a quien le preguntaron por la muchacha y se extrañó muchísimo. Las hizo pasar a su casa y les llevó una fotografía... Claudia la reconoció inmediatamente y la bondadosa mujer, con lágrimas en los ojos, les contó que era su hija Mercedes quien, con sólo 19 años se suicidó desde el precipicio.  Claudia no comprendía lo que estaba escuchando, sólo lloraba más y más... la mujer reconoció la chamarra de cuero y les dijo que era la misma que Mercedes llevaba puesta cuando se mató. Al cabo de unos minutos se regresaron a Santiago.

Claudia jamás volvió a ver a su esposo, pero, lamentablemente, a principios del 2001, en el mes de junio, Claudia murió luego de haber enfrentado una dura batalla contra un cáncer hepático, con lo cual, queda demostrado que siguió los sabios consejos de aquella desconocida del precipicio.

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el viernes, noviembre 13, 2009 2 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Relatos Inexplicables del Más Allá

Niños Fantasma

miércoles, 4 de noviembre de 2009

La trágica muerte de unos niños en un autobús escolar que se detuvo sobre las vías del tren, ha desatado una leyenda que revela la existencia de fuerzas extrañas en el lugar de los hechos y que hace suponer que las almas de los menores no se han ido.

El espíritu de los niños vigila permanentemente el sitio y ayuda a cualquier auto que se detenga cerca de las vías, empujándolo en una pendiente ascendente hasta estar a salvo.

Esta es una de las historias de fantasmas más populares de San Antonio, Texas, misma que va más allá de la sola leyenda, ya que, incluso, las calles cercanas llevan los nombres de niños fallecidos en ese accidente.

Muchas personas que han querido vivir la experiencia de sentir la presencia de los menores colocan talco en la cajuela de los autos para ver cómo se marcan manos pequeñas en éstos, aparentemente al ser empujados por los infantes.

Cada noche de Halloween, policias locales deben guiar el tráfico que se aglomera en la calle Shane, cerca del circuito 410, al sur de San Antonio, Texas, debido a que decenas de automovilistas se paran frente a las vías, apagan sus motores, colocan la transmisión en neutral y se dejan llevar por los "niños fantasma".

Pero no es preciso que esto ocurra en cada día de brujas, casi cada noche algún automovilista se acerca a ese paraje alejado, silencioso y poco iluminado para vivir la experiencia.

El vehículo detenido y en neutral, de pronto comienza a moverse sin importar que las vías estén en un plano más elevado que la calle.  El sonido de las llantas sobre las piedras confirma el movimiento.  El vehículo pasa las vías y se detiene tan pronto baja la pendiente del otro lado.

La misma calle Shane tiene el nombre de uno de los niños fallecidos.  Cerca de ahí están las calles Laura Lee, Nancy Carole, Cindy Sue, Richy Otis y Bobby Allen, en referencia a los niños muertos.

La leyenda habla de un camión escolar con niños de primaria que al momento de cruzar la vía sufrió una falla.  El chofer intentó echarlo a andar y ante la cercanía del tren, pidió a los niños escapar, pero todos murieron.

En San Antonio no existen registros periodísticos sobre un accidente con tales características.  Aún así, las marcas de manos en los vehículos han sido documentadas en fotos y videos, incluso, el Discovery Channel transmitió dentro de un programa la historia e imágenes de las manitas marcadas en un auto y catalogó la historia como "inexplicable".

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el miércoles, noviembre 04, 2009 8 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Cuentos de Terror

Calaverita a Sergio Gómez Sandoval [huésped ocasional de la Mansión]

lunes, 2 de noviembre de 2009

- ¡Al fin llegó el 2 de noviembre!,
¡es mi festín! —dijo la Muerte—
¡rápido a la carroza fúnebre,
pa’ llevar algún cuerpo inerte!.

Sergio, el arquitecto, dejó sus planos,
sin importar si estaban terminados,
la regla 'T' puso sobre el restirador,
cuando pasó por él el aniquilador...

- ¿A dónde crees que vas arquitecto?
—la Muerte le preguntó—,
- Al gym, ¡para verme siempre perfecto!
—Sergio a la Muerte le contestó—.

Pero la Muerte al oir su contestación
le cayó mal por presumido y arrogante...
y, con todo y su pretención,
al más allá se lo llevó por petulante.
Jazmine Dguez.
[bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva]

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el lunes, noviembre 02, 2009 2 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Calaveritas Literarias

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