skip to main | skip to sidebar

Anfitriona:

Mi foto
Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva]
Ver todo mi perfil

Repertorio

  • ▼ 2014 (9)
    • ▼ mayo (3)
      • ¿Qué hacemos con la abuela?
      • Robert, el muñeco maldito
      • La Amiga Imaginaria
    • ► abril (1)
    • ► marzo (5)
  • ► 2011 (11)
    • ► noviembre (1)
    • ► octubre (1)
    • ► septiembre (1)
    • ► agosto (1)
    • ► julio (3)
    • ► junio (4)
  • ► 2010 (7)
    • ► abril (1)
    • ► marzo (1)
    • ► febrero (2)
    • ► enero (3)
  • ► 2009 (23)
    • ► diciembre (5)
    • ► noviembre (5)
    • ► octubre (13)

Estantería de relatos:

Cuentos de Terror (21) Leyendas Urbanas (11) Relatos Inexplicables del Más Allá (9) Calaveritas Literarias (4) Leyendas de Terror (3) Sucesos Inexplicables (3) Maldiciones (2) Objetos Malditos (2) Accidentes (1) Exorcismos (1) Fenómenos extraños (1) Leyendas del Virreinato (1) Malformaciones (1) Muertos (1) Noticias (1) Relatos de Seres Mitológicos (1) Sitios Malditos (1)

Presencias detectadas desde el encantamiento de La Mansión:

new graphics

Ubicación geográfica de los espíritus chocarreros que me visitan:

La Mansión Encantada

¿Qué hacemos con la abuela?

viernes, 23 de mayo de 2014


Una familia decide irse de vacaciones al pueblo durante unos días. Para no dejar sola a la abuela en la ciudad, le piden que les acompañe a pesar de su delicado estado de salud.

Días después, cuando están casi a punto de finalizar sus vacaciones, la abuela sufre un ataque cardíaco y fallece repentinamente mientras sus hijos juegan en casa de unos amigos. El padre de familia, e hijo de la fallecida, abrumado por la muerte de su madre entra en una especie de estado de shock y le cuesta razonar y pensar con claridad, por lo que acude a su esposa.

Se encuentran bastante alejados de la ciudad donde crecieron y del cementerio familiar donde su madre tiene reservada una lápida junto a su difunto marido desde hace años. El hombre bien sabe que las funerarias son muy caras y el traslado de un cadáver cuesta un ojo de la cara. Mucho más cuando requieren de vehículos especiales para acceder a la zona montañosa donde estaba el pueblo donde veraneaban. Tras deliberar cuál es la mejor opción y consultarlo con su mujer, deciden que lo mejor es que ellos mismos la lleven en su camioneta hasta la ciudad y allí llamen a los servicios funerarios, de esta forma se ahorrarían los gastos de trasladar el cuerpo.

Pero claro, eso tenía una seria complicación, los niños debían viajar con su abuela muerta durante horas para regresar a casa, aunque los niños no sabían nada aún. Sólo imaginando el trauma que les podría causar tener que compartir el viaje con un muerto, tuvieron que desestimar esa opción. La opción más lógica era meter el cuerpo de la abuela en la cajuela, pero su vehículo era uno de esos modelos en los que la parte posterior tiene acceso directo con los asientos y el olor que podría desprendender el cadáver con el calor que hacía podría convertir el viaje en una pesadilla. Eso sin contar que los niños estarían jugando a escasos centímetros de la muerta y, si les daba por mirar en la parte posterior, se encontrarían el cuerpo.

Las dos únicas opciones que les quedaban eran que el marido hiciera el viaje solo con su madre difunta o transportarla en la baca del coche. Por desgracia no tenían tiempo para la primera opción porque el viaje era largo y su esposa tenía que trabajar en un par de días. Así que decidieron que lo único que podían hacer era envolverla en una vieja alfombra y atarla al techo de la camioneta junto a otras maletas para disimular el bulto. Esta era la única forma de viajar sin traumatizar a sus hijos con la muerte de su bita (como la llamaban ellos). A los niños les dirían que su abuela había decidido quedarse un par de días más y que se había quedado en la casa de una vecina.

Tras acomodar el cadáver aún caliente en la baca del coche y disimular lo mejor que pudieron la forma del cuerpo, ataron firmemente la alfombra enrollada y se prepararon para el viaje. Tenían que salir cuanto antes si querían usar la oscuridad de la noche para viajar sin que nadie se diera cuenta.

El primer par de horas circularían por un terreno pedregoso en el que entre baches, agujeros y piedras debían avanzar lentamente si no querían reventar un neumático o los amortiguadores del vehículo. Los continuos saltos estaban aflojando las cuerdas que mantenían atada a la abuela y sin que la familia lo supiera el cadáver estuvo a punto de caerse en el camino un par de veces.

Al entrar en la autopista la situación no mejoró, los saltos producidos por los baches habían aflojado los nudos, pero el rozamiento con el aire al circular a gran velocidad no mejoraba la fijación de la abuela muerta. Irremediablemente y sin que sospecharan nada el cuerpo de la abuela acabó por caer, con tan mala fortuna que el ruido de un avión al despegar en un aeropuerto cercano ocultó el sonido del golpe.

Al llegar a su destino la mujer subió a casa con los niños que estaban medio dormidos, cansados por el viaje, los pobres angelitos no habían sospechado nada. Aunque estaba amaneciendo, mañana sería otro día y deberían darles la noticia de la muerte de la bita. El marido por su parte se llevó el susto de su vida cuando, al revisar el techo de la camioneta, descubrió que la alfombra que envolvía a la abuela ya no estaba. Aturdido y asustado miraba dentro y fuera del vehículo, como intentando comprender qué había pasado, sin saber que pocos kilómetros antes el cuerpo de su madre había caído en mitad de la autopista…

Quería volver sobre sus pasos para buscar a su madre; pero, ¿cómo podría explicar qué hacía su madre muerta y envuelta en una alfombra como si fuera el cadáver de un perro? Subió a casa para avisar a su mujer y explicarle que debía regresar en la búsqueda de su cuerpo. Cuando estaba hablando con ella, una llamada de teléfono le conmocionó. La estaban realizando desde el teléfono móvil de la abuela.

“Buenos días, señor, le habla la Policía, debo comunicarle que ha sido encontrado el cadáver de una anciana en mitad de la autopista y su número de teléfono aparece como contacto en el teléfono celular que hemos encontrado en uno de los bolsillos de la fallecida. Le rogamos que se presente en el kilómetro 10,5 de la carretera de Burgos para reconocer el cuerpo lo antes posible.”

El hombre se quedó paralizado, no sabía cómo podría explicar lo sucedido sin acabar en la cárcel. Pálido por el miedo y con ojeras de no haber dormido en toda la noche, condujo hasta el lugar señalado por el policía.

Al llegar allí el espectáculo era dantesco. Varios coches patrulla habían desviado el tráfico a un único carril, en el arcén había un camión de gran tonelaje y en uno de los vehículos de la Policía se podía ver a un hombre esposado con las manos a la espalda.

El hombre se acercó a uno de los agentes y le hizo saber que había recibido una llamada, le temblaban las piernas y tenía las manos empapadas de sudor.

“Dis dis disculpe –dijo tartamudeando– me han llamado ustedes desde el teléfono de mi madre.”

“Señor – dijo el agente- lo que le voy a pedir no es agradable, el hombre que está detenido ha atropellado a un anciana con su camión, el cuerpo está totalmente destrozado y es prácticamente irreconocible, pero entre sus pertenencias hemos encontrado un teléfono móvil y un reloj de pulsera. Tal vez pueda usted ayudarnos a verificar si es su madre reconociendo estos objetos”

El asustado hijo reconocíó al instante el reloj de pulsera de su madre.

“Si, el reloj de pulsera pertenece a mi madre.”

“Caballero lamento mucho su pérdida ¿sabe usted qué podía hacer su madre caminando por una autopista de noche? el camionero nos dijo que apareció de la nada tumbada en el asfalto. Pero al hacerle la prueba de alcoholemia ha dado positivo, por lo que hemos procedido a su detención por conducir en estado de ebriedad y por homicidio involuntario.”

El hombre, con los ojos cubiertos de lágrimas y viendo una forma de no tener que explicar lo sucedido y salvar su pellejo, simplemente respondió:

“No lo sé, agente, pero espero que se pudra en la cárcel por matar a mi madre.”

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el viernes, mayo 23, 2014 3 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Accidentes, Leyendas Urbanas, Muertos

Robert, el muñeco maldito

miércoles, 21 de mayo de 2014

Robert, el muñeco maldito, en la actualidad

Desde hace algún tiempo se rumorea que las películas de Chucky, el muñeco asesino, se basaron en parte en el caso del Muñeco Robert, que actualmente tiene más de 100 años. A primera vista Robert es tan sólo un muñeco de trapo, que representa en tamaño real a un pequeño niño marinero, que viste de blanco y lleva un osito bajo el brazo. Sus ojos son negros, pequeños e inexpresivos, carentes del realismo que usualmente se ve en las muñecas embrujadas; sin embargo, algo habita en Robert, y eso ha hecho que su presencia siembre el terror en cada inocente familia que ha tenido el infortunio de poseerlo, pues nunca faltó quien afirmara que Robert se movía, que estaba vivo...

El Muñeco Robert (conocido también como "Robert el Muñeco Embrujado", "Robert el Muñeco Maligno", "Robert el Muñeco Poseído" o "Robert el Muñeco Encantado") tuvo como primer propietario a un talentoso artista y escritor de Key West: Robert (Gene) Eugene Otto, quien lo recibió de manos de un sirviente nativo de las Bahamas y versado en el vudú y la magia negra (esto ocurrió en 1906, cuando teníaa apenas seis años). Según los rumores, la familia de Otto (Robert Eugene Otto) maltrataba a una pequeña niña sirvienta emparentada con el sirviente que sabía de vudú, de modo que El Muñeco Robert fue una venganza disfrazada de regalo, pues supuestamente estaba embrujado y hasta contenía cabello real (conseguido cuando el chico se cortaba el pelo en casa) del propio Otto.

Pese al hechizo, el muñeco tenía aspecto amable y pronto consiguió el cariño de su joven dueño, que lo bautizó con su primer nombre y, según cuentan, lo llevaba casi siempre con él. De hecho, esta amistad llegó a tanto que los padres de Otto (a quien llamaban por "Robert", pues era su primer nombre) le pusieron al juguete "El Muñeco Robert", a fin de evitar confusiones con su hijo.

El principio del horror

Los padres de Otto señalaron que a menudo le oyeron hablar con su muñeco. Pronto comenzaron a escuchar que El Muñeco Robert respondía en las conversaciones, e inicialmente creyeron que Otto estaba simplemente cambiando su voz; pero, cuando los vecinos dijeron haber visto al muñeco moviéndose solo desde una ventana a otra cuando no había nadie en la casa, llegaron a sospechar que El Muñeco Robert estaba vivo.

El Muñeco Robert no se apartaba del lado de Gene. Incluso tenía su propio lugar en la mesa familiar. Sin embargo, a pesar del cariño que Otto seguía teniendo por su muñeco, los poderes de éste se volvieron más intensos y... diabólicos. Así, la familia de Otto reportó que a veces el muñeco emitía una risita aterradora, que se movía cuando no había nadie cerca; y que a algunas ocasiones, en medio de la noche, escuchaban gritar a Otto y, cuando entraban al cuarto, encontraban los muebles volteados y a Otto (asustado) en la cama junto con Robert, diciendo que éste había causado todo el desorden.

La familia de Otto y sus vecinos no eran las únicas personas que presenciaban las extrañezas del muñeco, pues varios invitados juraron que, al mirar a Robert El Muñeco, éste había cambiado de expresión e incluso parpadeado. De hecho, algunos huéspedes terminaron por finalizar sus visitas únicamente porque el muñeco los había asustado, aunque esto también se dio con trabajadores, como un fontanero que salió corriendo después de que vio al Muñeco Robert, volvió a trabajar, volvió a mirarlo y se encontró con que éste le hacía una mueca burlona y malvada.

Otto crece pero Robert se niega a salir

Cuando Otto perdió a sus padres, él y su esposa heredaron la casa familiar y, cuando estaban instalándose (Otto se había ido a vivir a un sitio alquilado), encontraron al Muñeco Robert en el ático de la casa. Apenas descubierto el muñeco, la esposa de Otto se quejó de haberle visto cambiar de expresión, y le pidió a su marido que lo encerrara bajo llave, pero Otto se negó y dijo que el muñeco debía tener su propia habitación, desde la cual pudiese ver la calle...

Quizá, la decisión anterior se basaba en el miedo, pues hay que recordar que sólo Otto había conversado con El Muñeco Robert; sin embargo, el muñeco siguió produciendo fenómenos paranormales, y finalmente Otto se hartó y lo encerró en el ático, pero incluso así el muñeco continúo causando hechos atemorizantes, al punto de que algunos huéspedes afirmaron escuchar pasos y movimientos en el ático, e incluso risas demoníacas, cosas estas que tomaban más fuerza con el testimonio de personas desconocidas que timbraban sólo para informar que habían visto moverse un muñeco en la torreta del ático.

Posteriormente, el rumor del muñeco maldito corrió y, los niños que pasaban por ahí cuando iban o regresaban de la escuela, terminaron adoptando el hábito de pasar por la calle que no daba a la casa de Otto, ya que contaban que El Muñeco Robert les hacía gestos burlones... Por su parte, Otto decía que a veces el muñeco aparecía en una mecedora de la planta baja, que su esposa no lo había puesto ahí, que lo subía de nuevo al ático y después lo volvía a encontrar en la mecedora, habiendo estado atento a que nadie lo sacase del ático...

La muerte de Otto

En el año 1974 Otto falleció y su esposa Anne, guiada por una mezcla de respeto y temor, no quemó al Muñeco Robert, sino que lo metió en un baúl con llave, dentro del ático de la casa, que para aquel entonces ya se conocía como la Casa del Artista, gracias a la fama del difundo Otto.

Ahora bien, tiempo después una familia de tres (padres e hija) se mudó a la Casa del Artista (la casa del difunto Otto) y, cuando descubrieron al Muñeco Robert, la niña pequeña, que en aquel entonces tenía sólo 10 años, quedó fascinada con el muñeco y le tomó cariño, queriendo conservarlo.

Otra vez la historia del lobo disfrazado de cordero se repitió, pues primero la niñita simplemente informó que, sin explicación alguna, las muñecas que estaban cerca de El Muñeco Robert habían aparecido decapitadas... ¿Sería Robert? Sí , y eso lo supo poco después, porque sus padres la empezaron a escuchar gritar de noche, ya que Robert se movía por la habitación y a veces intentaba atacarla... Los padres de la niña sabían que algo pasaba, aunque la versión del muñeco viviente no acababa de convencerlos; sin embargo, encerraron a Robert en el ático después de que encontraran al perro de la familia fuertemente atado con cable en la sala de estar, ya que era un poco inverosímil pensar que su pequeña hija había perdido la cabeza y que el animal se había dejado atar de esa manera... Como se ve, esto ya hizo que sospecharan, aunque aún no estaban plenamente convencidos de que Robert tenía vida, pero los años pasaron y su hija, ya convertida en una mujer adulta, continuaba afirmando que Robert estaba vivo y era malvado...

Una fama imperecedera

Actualmente, la Casa del Artista es una panadería bastante popular donde se venden desayunos y tours de fantasmas por la ciudad. De hecho, la fama de Robert fue tal que Discovery Channel filmó un episodio de "¿Lo pueden creer?" en la casa en que alguna vez vivió el primer dueño del muñeco maldito. En dicho episodio, se reportó que, dentro del ático donde solía estar Robert, el fantasma de Anne había sido visto, aunque con la bella apariencia que tenía cuando usó por vez primera el traje de novia con que se manifestaba ahora espectralmente... Aparte de Discovery Channel, también filmaron allí William Shatner y Travel Channel.

Robert-museo

En cuanto al Muñeco Robert, hoy en día se encuentra en el Museo Martello, aunque ocasionalmente sale para ser grabado u otras cosas, pero casi siempre permanece en su calla sellada de plástico, y aún sigue asustando gente, porque muchos miembros del personal del museo han reportado cosas inusuales, y un ejemplo fantástico es el caso de un hombre que se encargaba de abrir y cerrar el museo, y una vez dejó cerrando todo y apagando las luces, pero al día siguiente abrió el museo (nadie había entrado antes que él) y encontró que todas las luces estaban encendidas, que Robert estaba en una posición diferente dentro de su caja, y que sus pies tenían polvo fresco, como si hubiese caminado por el museo... Adicionalmente, los visitantes del museo también han reportado cosas raras, como golpecitos en el cristal o parpadeos del muñeco. De hecho, tal es su reputación de maldito, que se rumorea que nadie debe fotografiar a Robert sin su permiso: hay que pedirlo y, si Robert mueve ligeramente la cabeza hacia abajo, entonces se prosigue, pues en caso contrario lanzará una maldición sobre el osado y sus familiares.

Bien se ve que la gente continúa temiéndole a Robert, y la mayor muestra de eso son las numerosísimas cartas que cubren las paredes del museo, solicitando que Robert sea exorcizado para que deje de estar maldito...

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el miércoles, mayo 21, 2014 0 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Fenómenos extraños, Leyendas de Terror, Leyendas Urbanas, Maldiciones, Objetos Malditos, Sucesos Inexplicables

La Amiga Imaginaria

lunes, 19 de mayo de 2014

Una niña llega con su familia a su nuevo hogar, una gigantesca casa con un jardín enorme en el que hay una casita en el árbol. Pronto la niña se volverá más solitaria y sólo querrá pasar el día jugando con su amiga imaginaria…


Casandra era una tímida niña de seis años que prefería la compañía de sus muñecas a relacionarse con otros niños. Por este motivo, no le resultó muy duro cambiar de casa y dejar atrás su antigüo barrio y colegio, cuando sus padres decidieron mudarse.

Sus padres estaban preocupados por el cambio, pero sabían que con el tiempo acabaría disfrutando de su nuevo hogar: Una vieja mansión que tenía un gran jardín, con un columpio, un tobogán e, incluso, una pequeña casita de madera en el árbol.

La niña se acostumbró en seguida a su nuevo hogar. Pero tener tanto espacio para jugar la volvió incluso más retraída y solitaria. Casandra solía subir con sus muñecas a la casa del árbol y pasaba allí varias horas hablando sola, según ella con su amiga Ana. Los padres no le dieron mucha importancia pues sabían que a esa edad eran comunes los amigos imaginarios. Las vacaciones de verano pronto acabarían y con el nuevo curso escolar haría nuevos amigos en clase.

Los días pasaban y el comportamiento de la niña cada día era más extraño, casi no hablaba con sus padres y aprovechaba cualquier momento para “refugiarse” en su casita del árbol. Los padres podían escucharla hablar durante horas con su amiga Ana. Pero lo que más les preocupaba era que cada vez conciliaba peor el sueño, hablaba dormida y parecía sufrir pesadillas, pues era habitual que entonara frases como “tengo frío”, “no puedo ver” o “ayúdame”. Una noche la madre sintió pasos en el pasillo, asustada avisó a su marido, quien salió a ver y se encontró a Casandra caminando sin rumbo; la niña parecía sonámbula y, cuando su padre la llamó, se despertó totalmente aturdida y sin saber qué hacía de pie fuera de su habitación.

Cada vez las incursiones nocturnas de Casandra eran más atrevidas y se alejaba más de su cuarto. Sus padres temían de que la niña saliera a la calle, sola y por la noche. Así que decidieron llevarla a una clínica del sueño en la que podrían “monitorear” sus hábitos para tratar su sonambulismo. Pero tras pasar dos noches no se detectó nada extraño, de hecho en ambas ocasiones, Casandra durmió plácidamente toda la noche. El psicólogo tampoco ayudó mucho, únicamente les confirmó lo que ellos ya sabían, que tenía una amiga imaginaria que se llamaba Ana y que tenía su misma edad. El psicólogo le restó importancia al hecho y les dijo que era relativamente frecuente, y más teniendo en cuenta que la niña prácticamente no tenía amistades. Les recomendó que pasaran más tiempo con ella y que trataran de relacionarla con más niños de su edad para que Casandra fuera, poco a poco, olvidando a Ana y centrándose en sus amistades reales.

Los padres siguieron al pie de la letra las indicaciones del psicólogo, pasaban cada vez más tiempo con ella y la dejaban poco tiempo libre para que fuera a “charlar” con Ana en su casa del árbol. Pero eso no hizo más que empeorar su ataque de sonambulismo, parecía como si el tiempo que ya no pasaba con su amiga imaginaria por el día, lo compensara por la noche. Sus sueños parecían cada vez más vívidos y, en un par de ocasiones, el padre la encontró a punto de salir al jardín. La niña cada vez parecía más agotada y, con el cansancio acumulado, era como si cada noche perdiera más el control y pasara más tiempo sonámbula.

Una noche el padre sintió como alguien bajaba la escalera, al ver a su hija en la puerta de casa un frío le recorrió la espalda. Al contrario que en otras ocasiones, cuando llamó a Casandra, la niña pareció ignorarle y sólamente le dedicó una mirada fugaz antes de abrir la puerta y salir al jardín. Los ojos de su hija parecían otros, era como si no la reconociera. Asustado, bajó las escaleras y salió corriendo detrás de ella, mientras la niña avanzaba en dirección a la casita del árbol; cuando estaba a pocos metros del lugar, la niña se agachó mientras balbuceaba algo que su padre no podía entender.

Casandra comenzó a escavar el suelo con sus manos, su padre al llegar a su lado la escuchó decir “tengo que salir”, “aquí hace mucho frío”. Su padre la abrazó y sintió que su hija estaba congelada, era como si no respondiera y luchaba por seguir cavando, sus pequeños dedos estaban ensangrentados por arañar la tierra y golpearse con las piedras que había en el suelo. Se había roto un par de uñas y aún así parecía no despertarse. El padre no sabía qué hacer mientras la niña pataleaba y le pedía que la soltara y la dejara continuar.

De repente, como si se le encendiera una luz en la cabeza, el padre dejó de llamarla por su nombre y la llamó “Ana”, en ese momento la niña se giró y dejó de luchar mientras se le quedó mirando.

- Ana, ¿eres tú?. – dijo el padre.

La niña le miró fijamente con unos ojitos que imploraban que la ayudaran, un par de segundos después se desmayó, al instante abrió nuevamente los ojos y esta vez Casandra con su propio cuerpo miró asustada en todas direcciones como intentando comprender dónde estaba y por qué le dolían tanto las manos. Su padre la llevó dentro de casa, donde su madre se quedó limpiando sus heridas, el daño no era tanto como parecía en la oscuridad de la noche, pero el padre sabía que tenía un asunto pendiente en el jardín, así que mientras su hija se reponía con su mujer, bajó con una linterna y una pala.

Al llegar al mismo lugar donde Casandra había escavado, volvió a sentir un escalofrío. Pero no era momento de tener miedo, empezaba a intuir el motivo por el que su hija no podía descansar por las noches y quería acabar de una vez por todas con el problema. Clavó una y otras vez la pala, hasta que pudo ver algo que le llamó la atención. Una pequeña manita huesuda apareció bajo la tierra. Era tan pequeña como la de su hija y al verla sintió una tristeza tan profunda que se puso a llorar. El padre entre llantos entró a su casa y le pidió a su mujer que no saliera al jardín bajo ningún concepto mientras él realizaba una llamada.

Menos de veinte minutos después un coche de policía y un forense llegaron para levantar el cadáver de una niña de unos seis años. Investigaciones posteriores demostraron que se trataba de Ana, una niña que había desaparecido hace un par de años en uno de los pueblos cercanos. La niña al parecer había sido asesinada, pues su cadáver mostraba signos de violencia. El anterior propietario de la casa la había enterrado en su jardín, sabiendo que nadie podría investigar en una propiedad privada sin una orden judicial.

Ana nunca más se comunicó con Casandra; parece que, al desvelarse su asesinato y detenerse a su asesino, por fin pudo descansar. Pero Casandra siempre guardaría el escalofriante recuerdo de cuando hablaba con un espíritu que no podía descansar.


NOTA: Siempre se ha creído que los niños tienen un don especial para ver los entes del más allá. Muchas personas identifican los amigos imaginarios, que muchos niños tienen a determinada edad, con la presencia de espíritus que podrían relacionarse y comunicarse con ellos. ¿Será verdad la leyenda? ¿Pueden los niños ver fantasmas? y lo qué es más escalofriante… ¿pueden comunicarse con ellos? Por si acaso la próxima vez que tu hijo, tu sobrino o tu hermanito hable sólo y sientas un frío recorrer tu espalda ponte a temblar porque un fantasma podría estar muy cerca.

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el lunes, mayo 19, 2014 0 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Cuentos de Terror, Leyendas Urbanas, Relatos Inexplicables del Más Allá, Sucesos Inexplicables

La historia de Edward Mordake

domingo, 27 de abril de 2014


La historia de Edward Mordake, es una de las más escalofriantes y aterradoras muestras de lo que una malformación al nacer puede deparar. Edward fue concebido con una segunda cara en su nuca, una cara que le susurraba…
La historia de Edward Mordake (o Mordrake, según otras fuentes), es una de las más tristes y enigmáticas de la medicina moderna. Edward nació en algún lugar de Inglaterra en el siglo XIX y se cuenta que su familia era una de las más ricas de la región. Su padre estaba especialmente ilusionado con su nacimiento, ya que ansiaba tener un heredero varón que pudiera continuar con la tradición familiar, toda vez que anteriormente había tenido dos hijas. Pero la suerte no estuvo de parte de la familia Mordake porque, a pesar de que Edward era un niño, tal y como siempre habían soñado, había algo insólito y escalofriante en el recién nacido…

En su nuca podía apreciarse una segunda cara de menor tamaño y distintos rasgos a la original. Con el tiempo, el rostro posterior empezó a revelar su diabólica naturaleza, ya que aunque era incapaz de hablar o comer, se podía observar cómo sonreía cada vez que Edward lloraba o sentía dolor. Además, seguía con los ojos a las personas que pasaban por detrás de Edward y movía los labios como si estuviera hablando, aunque no emitía ningún sonido… o al menos ninguno que pudiera escuchar otra persona que no fuera Edward.

Su insólita “maldición” llevó a Edward a recluirse en su habitación, no permitiendo que nadie pudiera verle, ni siquiera su familia. Sin embargo, Edward se convirtió en una persona muy culta y refinada, pues era un ávido lector y un músico con un gran talento.

Pero lo más aterrador de su gemelo demoníaco era que, de acuerdo a Edward, la chica (pues era un bello rostro femenino el que “decoraba” la parte posterior de su cabeza), le susurraba por la noche y no le permitía conciliar el sueño. Según Edward, su “gemela diabólica” nunca dormía y le susurraba en un lenguaje que parecía salido del mismo infierno. Edward aseguraba que estaba “cosido a un demonio” y solicitó a varios cirujanos que le separaran del terrible rostro femenino que le atormentaba, incluso, aunque eso le costara su propia vida. Pero ningún médico consideró posible efectuar dicha “extracción” y Edward tuvo que resignarse a vivir con un demonio en su nuca.

Hasta que un día, su sufrimiento fue tan grande que, aprovechando el descuido de las personas que estaban a su cargo, consiguió un veneno que le sirvió para acabar con su vida cuando tan sólo tenía veintitrés años. Tras su muerte, dejó una nota de suicidio en la que agradecía a sus padres y hermanas por el cariño que le habían dado y les pedía perdón por el daño y dolor que su muerte les pudiera causar. Asimismo, les hizo una última petición:

Que le arrancasen a su cadáver la cara del demonio que le había atormentado en vida, para que no pudiera continuar con sus demoníacos susurros en la tumba, y que la destruyeran. También solicitó ser enterrado en tierra baldía, sin ninguna cruz o lápida que pudiera marcar el lugar en el que descansaría eternamente su cuerpo sin vida. Tal vez Edward tenía miedo de que su “gemela diabólica” lo pudiera encontrar de nuevo.
Nota: La historia de Edward Mordake apareció por primera vez en el libro “Anomalies and Curiosities of Medicine”, editado en 1896, como un escalofriante caso de duplicación craneofacial (Diprosopus) y, aunque no hay mucha documentación del caso, ni historial médico de Edward, muchas personas dan su historia por cierta.
Lo cierto es que, médicamente hablando, el caso es extremadamente controvertido, ya que los gemelos siameses siempre son del mismo sexo, debido a que han sido el resultado del mismo óvulo fecundado (monocigóticos) que se divide en las primeras fases (cuando sólo es un cigoto). Esto no descarta al 100% que la historia de Edward Mordake sea cierta, puesto que la “gemela malvada”, al no disponer de órganos reproductivos, bien habría podido ser realmente un hombre con rasgos más afeminados.

Lo que sí que es cierto, es que la historia de Edward ha sido fuente de inspiración para personajes del cine como Quirinus Quirrell (de la saga Harry Potter), un personaje que tenía en su nuca un “gemelo malvado” llamado Voldemort. También ha tenido su protagonismo en la música gracias a Tom Waits, quien lanzó su canción “Poor Edward” en el 2002. Aquí les comparto dicha intrigante canción, con sub-títulos en español:

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el domingo, abril 27, 2014 4 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Maldiciones, Malformaciones, Sucesos Inexplicables

La travesura de hermanitos gemelos

jueves, 27 de marzo de 2014


Pedrito y Juanito eran inseparables, no en vano eran hermanos gemelos y estaban entre los pocos niños de su edad que quedaban en el pueblo. Hacia años que la gente había empezado a migrar a la ciudad y los pocos jóvenes que habían permanecido en el pueblo lo hacían más por apego a sus mayores que por un deseo genuino de quedarse. Los padres de Pedro y Juan no eran la excepción, más de una vez se habían planteado hacer las maletas y arriesgarse a emprender una nueva vida en la ciudad, alejados de la monotonía del campo y el pesado trabajo de arar y sembrar los cultivos. Pero la idea de que sus hijos se criaran entre coches, humo y los peligros propios de las grandes urbes les frenaban. Aunque, claro, eso también tenía su contra, los niños prácticamente estaban solos y no tenían muchos amigos con los cuales poder jugar.

Los gemelos eran conocidos en todo el pueblo por sus travesuras, es normal a esa edad que los niños sean inquietos y más cuando se aburren por no tener amigos con los que correr y jugar, pero los pequeños no paraban con sus diabluras y muchos ancianos del pueblo ya estaban hartos de ellos. Incluso, más de uno le había dado una bofetada a alguno de los gemelos o había ido con el cuento a sus padres o al cura, quienes a su vez ya les habían pegado más de un tirón de orejas. Su curiosidad no tenía límites y aprovechaban cualquier despiste para colarse en la casa de un vecino o espiar por una ventana.

Como en todos los pueblos, en el que residían los niños había un viejo huraño, uno de esos abuelos cascarrabias y con mal carácter al que pocos echan de menos cuando muere. Ese era el caso de don Vicente que, cuando falleció a los 78 años de edad, no dejó mas que una sensación de alivio entre sus vecinos. Ya había protagonizado alguna pelea por sus terrenos con familiares y propietarios de las zonas colindantes, así que la noticia de su muerte no tuvo demasiado impacto en el pueblo. Aunque, por supuesto, llegó a oídos de los gemelos, que no dudaron ni un segundo que tenían que ir a investigar.

Nunca habían visto un muerto y su curiosidad fue tan grande que decidieron colarse en la casa de don Vicente cuando todo el mundo había salido del velatorio. Lo de “todo el mundo” es más un decir que lo que pasó realmente porque, salvo un par de plañideras aficionadas a llorar sin motivo aparente en cada funeral que se llevaba a cabo en el pueblo (incluso cuando casi no conocían al fallecido), prácticamente no fue nadie a presentarle sus respetos a don Vicente. Tal era el abandono del cadáver del anciano que, incluso faltando pocas horas para su funeral, ni siquiera le habían metido dentro de su ataúd y aún reposaba sobre una mesa en mitad del salón de su casa.

Pedrito y Juanito encontraron la casa vacía y las condiciones idóneas para saciar su curiosidad y ver al muerto sin que nadie los reprendiera. Con una total falta de respeto lo manosearon, le intentaron abrir los ojos y la boca, le movieron los brazos como si fuera una marioneta y le imitaron mientras se reían de él, pero un ruido en la finca les alertó.

Corrieron hacia la salida, pero ya era demasiado tarde y, sin saber dónde ocultarse, en el último momento se metieron en un pequeño armario que estaba tirado a mitad del suelo del recibidor.

La voz de dos hombres que reconocieron como el cura y el viejo herrero, con quien habían tenido problemas en el pasado, sonó acercándose al armario.

-¿Quién ha dejado esto aquí tirado? No se puede ni pasar al salón, ya me contarás cómo va a pasar la gente a presentar sus respetos a don Vicente- Dijo el cura. -Tampoco creo que fuera a venir nadie, don Vicente se ha labrado a pulso una reputación de maleducado durante años y no creo que le llore nadie en este pueblo. -No hables así, el hombre ya está esperando el juicio de Dios, que es el único que tiene el poder de juzgar sus actos- aseveró el cura.

Ambos trataron de levantar el ataúd (los niños, mientras los hombres hablaban, se habían escondido dentro por miedo) y se dieron cuenta de que ya estaba lleno.

-¡Ves! aún quedan buenos samaritanos en el pueblo, alguien nos ha facilitado el trabajo y ha metido a don Vicente en su caja. Llevémoslo a su descanso eterno- dijo el cura.

Los niños escuchaban toda la conversación desde el interior del féretro, pero era tanto el miedo que tenían al cura y al herrero que no quisieron revelar que en realidad eran ellos los que estaban dentro y quisieron esperar el momento adecuado para escapar.

Nadie acudió al funeral de don Vicente, por lo que el cura, cansado de cargar con la caja y el supuesto muerto, decidió realizar una versión rápida de la misa y en cinco minutos ya había despachado la situación. Los niños, víctimas del calor y el aburrimiento, empezaban a sentirse muy cansados y casi sin darse cuenta se quedaron dormidos. No pasaron más de cuarenta minutos cuando un ruido en la tapa del ataúd les despertó. Paletadas de tierra caían sobre la caja que ya había sido sellada y ni las patadas ni los gritos de los gemelos parecieron alertar al anciano enterrador que era conocido en el pueblo por su sordera. Los niños quedaron enterrados vivos y nadie parecía haberse dado cuenta…

Los padres de Pedrito y Juanito se sorprendieron cuando estos no llegaron a la hora de la merienda, pero imaginaron que estarían demasiado entretenidos jugando o que algún vecino del pueblo los había invitado a comer algo. Lo que ya les alarmó fue que anocheció y llegó la hora de la cena y no aparecían por ninguna parte. Entonces comenzaron a buscarlos y preguntaron a todo el que se encontraban por las calles, pero nadie parecía haberles visto en todo el día. Asustados llamaron a las autoridades correspondientes y una pareja de agentes se acercó a coordinar las labores de búsqueda. La madre recordó la muerte de don Vicente y tuvo la intuición de que los niños probablemente fueran a curiosear, pero allí no encontraron más que el cadáver del anciano sobre la mesa del salón, los vecinos se alarmaron cuando encontraron al muerto aún sin enterrar y rápidamente llamaron al cura.

-¿Cómo que no está enterrado? ¡Yo mismo le llevé al cementerio y tuve que darle una misa a la que ninguno de ustedes fue! -Eso es imposible, padre, don Vicente aún descansa sobre la mesa de su casa. -Pero el ataúd estaba lleno cuando lo enterramos, si no fue a él ¡¿A quién sepultamos?!

La cara de miedo de la madre se reflejó al instante y, conociendo como conocía a sus hijos, intuyó que ellos eran capaces de haberse metido dentro del ataúd en una de sus travesuras.

Por más prisa que se daban en desenterrar el ataúd, el tiempo parecía eterno para los habitantes del pueblo. Era tradición allí enterrar lo más profundo que fuera posible los féretros, de esta forma se podían sepultar en una tumba a varios familiares y se evitaban olores que se pudieran tornar insoportables al visitar el cementerio en los meses más calurosos. Por este motivo llevó varios minutos remover suficiente tierra como para poder abrir el ataúd.

Lo que encontraron allí dentro fue un espectáculo escalofriante. Los niños habían muerto asfixiados, pero no sin antes luchar por sus vidas intentando escapar. Se habían destrozado las uñas de las manos arañando la madera y sus pequeños cuerpecitos estaban cubiertos de sangre. En plena desesperación habían tratado de romper la caja a golpes y se habían lastimado entre ellos y, probablemente fruto de la misma desesperación, habían acabado peleándose como animales acorralados, de modo que podían verse marcas de mordiscos y arañazos en los cadáveres de los gemelos.

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el jueves, marzo 27, 2014 1 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Cuentos de Terror

La coleccionista de Hello Kitty


Escalofriante leyenda de una chica tímida y retraída que era golpeada diariamente por un grupo de acosadoras, que se burlaban de ella porque era una fanática de la muñeca Hello Kitty y todos sus complementos…

Hace no mucho tiempo vivía una chica que era una absoluta fan de Hello Kitty. Tenía la más increíble colección de merchandising de la simpática gatita y su habitación parecía más un museo, que el cuarto de una niña de su edad. Era un chica tímida y muy reservada y su extraña afición la puso en el punto de mira de un grupo de chicas indeseables que había en su escuela.

Este era un grupo de delincuentes juveniles que se divertían golpeando, robando y humillando al resto de muchachas, pero en su caso el acoso era continuo y diario. Sabían que ella nunca diría nada ni a sus padres ni a los profesores y eran lo suficientemente astutas como para golpearla en lugares en los que no quedara marca o se cubrieran con la ropa. Tan continuo fue el acoso que acabó acostumbrándose y cuando la empezaban a molestar se alejaba del dolor pensando en su adorada Hello Kitty. En sus fantasías recorría un idílico mundo donde nada ni nadie podía hacerle daño y de esta forma aprendió a ignorar el dolor y la humillación.

Las abusadoras vieron cómo los llantos y sollozos se convirtieron en una cara inexpresiva. Y lo que más las inquietaba, era que sus ojos parecían como muertos, vacíos e indiferentes a las palizas que recibía.

La líder del grupo comenzó a darse cuenta de que su comportamiento le hacía perder el respeto de las demás que veían como era incapaz de doblegarla. La chica no se resistía, no luchaba, no lloraba, era como si simplemente la ignorara. Pero lo que era aún peor… ¡Le daba miedo!

No sabía el porqué, pero esos ojos inexpresivos con los que la miraba cuando la estaba golpeando, simplemente le helaban la sangre. Un día decidió acabar con el problema y organizó a su banda para seguir a la chica hasta su casa. Aprovechando que sus padres llegaban tarde del trabajo; pretendían infligirle tanto dolor que temblara cada vez que se acercaran a ella. Sabía que eso no lo podía hacer en la escuela o en la calle porque siempre podría haber alguien que las delatara.

La chica al llegar a su casa lo primero que hizo fue ponerse una de sus pijamas favoritas de Hello Kitty, como cualquier día normal. No habían transcurrido ni dos minutos cuando el timbre de la puerta sonó. Sin pensarlo abrió la puerta y, antes de que pudiera reaccionar, dos chicas de la banda ya la tenían inmovilizada por los brazos. Un momento después la líder entró con una risa intimidante y burlona.

-¿No te han enseñado a preguntar antes de abrir la puerta? – Sin mediar una palabra más, la golpeó con todas sus fuerzas en el estómago dejándola sin aire y doblada de rodillas en el recibidor de su casa.

Las delincuentes entraron en su casa y cerraron la puerta asegurándose que nadie las hubiera visto. Arrastrándola, la subieron hasta su habitación y comenzaron a burlarse de su colección mientras destrozaban una a una sus figuras, sábanas o cualquier otro objeto con el emblema de Hello Kitty.

Pero la chica ya se había evadido mentalmente. Sus ojos una vez más se habían vuelto inexpresivos y parecían ajenos a todo dolor o vejación. Probaron apagándole cigarrillos en la pierna, con cortes en su piel, saltando sobre ella… pero todo parecía inútil. Esos ojos fijos, como perdidos, empezaron a atemorizar a todo el grupo y algunas de ellas comenzaron a decir que era mejor irse, que alguien podía llegar o cualquier otra excusa para ocultar la realidad. ¡Se morían de miedo!

La líder no podía dejar las cosas así y decidió acabar de una vez por todas con el problema.

-¿Sabes qué fue lo que dijo Hello Kitty? – le dijo mientras metía una mano en el bolsillo.

Pero la chica no contestó y continuó inmersa en su mundo de fantasía.

- ¡No puede decir nada! – dijo la jefa del grupo – ¡¡¡Porque no tiene boca!!! – y, de repente, sacó una navaja abierta del bolsillo, con la que le comenzó a arrancar los labios de la chica. Dejando su pijama, sus sábanas y toda su habitación de Hello Kitty salpicadas de sangre.

Pero contra todo pronóstico, la chica ni se inmutó y continuó mirándola con esos ojos sin vida. La líder de la banda, asustada, comenzó a apuñalarla en el pecho, le clavó incontables veces la navaja hasta que murió expulsando sangre por la boca y con los pulmones completamente perforados.

Las demás integrantes de la banda salieron corriendo, pensaban ir a asustarla, en ningún caso habían ido para asesinarla. Pero igualmente eran cómplices y sabían que todas ellas podían ser juzgadas. Para ocultar las pruebas que hubieran podido dejar, la líder prendió fuego a la habitación y, en pocos minutos, era toda la casa la que estaba en llamas.

Pero por más que corrieran o se ocultaran nunca podrían escapar de lo que habían hecho y, sin saberlo, habían despertado una sed de venganza que la chica no pudo cobrarse en vida, pero sí lo haría desde el más allá.

Todas ellas empezaron a tener horribles pesadillas en las que podían ver los ojos inexpresivos de la chica asesinada mirándolas fijamente. Pero eso no fue más que el principio, cuanto más fuerte era el fantasma, más poder podía ejercer sobre ellas y un día comenzó el verdadero sufrimiento.

Sin saber cómo, las asesinas comenzaron a sentir que cada vez les costaba más abrir la boca, hasta que un día despertaron con la boca como si estuviera sellada: no podían hablar, no podían comer ni beber y por más que intentaban forzar las mandíbulas, no eran capaces de despegarlas.

La líder fue la primera que sintió el efecto y la primera en darse cuenta al mirarse al espejo que su boca parecía difuminarse, como si se estuviera borrando, hasta finalmente desaparecer. Parecían un dibujo de Hello Kitty, en el que no existe boca en el rostro de la gatita. Por supuesto que nadie más, aparte de ellas, podía ver que su cara no tenía boca. Era como si el fantasma jugara con su mente, torturándolas.

En un par de días las abusadoras se empezaron a sentir mal, no podían beber y comenzaban a sentir los síntomas de la deshidratación, tenían terribles dolores de cabeza y en sus delirios veían los ojos inexpresivos de la chica mirándolas fijamente en cualquier lugar. Podían sentir como las golpeaban pero no podían gritar, y lo que era aún más inquietante, una especie de fuerza malévola les impedía pedir ayuda. Poco a poco fueron sucumbiendo, rindiéndose al dolor y sus ojos fueron perdiendo brillo, perdiendo vida y volviéndose tan inexpresivos como los de la chica a la que humillaron, golpearon y finalmente asesinaron.

Cuando se iban rindiendo, su mente abandonaba su cuerpo y entraron, una a una, en un coma irreversible. Su mente se evadía y llegaban a un idílico lugar lleno de flores y pequeñas muñecas de hello kitty que jugaban y saltaban divirtiéndose. Era el mundo imaginario en el que la chica asesinada se evadía del dolor.

La líder de la banda fue la última en doblegarse y caer en un coma profundo. A los pocos segundos de llegar a aquel paradisíaco lugar, el cielo se oscureció y las decenas de Hello Kitties que jugaban distraídas, se giraron hacía ella mirándola fijamente, con los mismo ojos sin vida que los de la chica.

Había comenzado su verdadero tormento, pues en este mundo no existía forma de escapar del dolor y la chica torturada se aseguraría de que no cesara el dolor, hasta que alguien las desconectara de las máquinas que las mantenían con vida en el mundo real, en un coma profundo del que nunca despertarían.

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el jueves, marzo 27, 2014 0 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Leyendas Urbanas

La Pascualita

miércoles, 26 de marzo de 2014

Escaparate de La Popular donde se aprecia La Pascualita

La Pascualita es el maniquí más famoso de México, ya que son cientos los testimonios de personas que aseguran que la han visto mover los ojos, llorar, sonreír e incluso salir del escaparate en noches solitarias.

La Pascualita, o “La Chonita”, es una de las leyendas más conocidas de todo México. Es una leyenda que perdura en la actualidad, probablemente debido a que, a diferencia de tantas leyendas, tiene la magia de que el ser legendario esté a la vista de todos. Así, no hay quién pueda decir que el maniquí de La Pascualita no existe. Simplemente, La Pascualita sigue allí detrás de su vitrina, con todo un cúmulo de testimonios que afirman la presencia de cierta vida sobrenatural en ella.

Se sabe que el maniquí de la Pascualita apareció en un aparador de "La Popular" (un local chihuahuense de vestidos de novia), el 25 de marzo de 1930. La versión más común dice que la dueña del negocio, Pascualita Esparza Perales de Pérez, la mandó a traer de Francia. Otra versión también dice que el maniquí fue traído de Francia (de París, exactamente), pero que la Sra. Esparza lo adquirió en México, D.F., dentro de una prestigiosa tienda conocida como “El Puerto de Liverpool”, de la cual, ella solía traer telas, azahares, ramos y otros productos y accesorios que revendía en su local. Al principio no le quisieron vender la hermosa figura de cera, pero ella estaba tan prendada del maniquí, que amenazó con dejar de comprar sus suministros en la tienda si no se lo vendían, por lo que accedieron y así la Sra. Esparza lo llevó a su local. Sea cual sea la verdad, se cree que la Sra. Esparza compró el maniquí porque, además de ser sumamente bello y de aspecto realista, se parecía bastante a su hermana (encargada de confeccionar los vestidos que exponía en el escaparate de su local), e incluso a ella misma.

Según se cuenta, desde el primer día en que la novia de cera estuvo en "La Popular", todos se detenían a mirarla y, aunque la dueña le dio el nombre de “Chonita” por su aparición en el día de La Encarnación, el vulgo tenía más fuerza y, como todos la llamaban “La Pascualita” por su parecido a la dueña del local, fue ese el nombre que finalmente le quedó.

Si nos preguntamos ahora porqué La Pascualita impresionaba tanto que se convirtió en un icono de la época y se ganó el título de “la novia más bonita de Chihuahua”, la razón está en que era distinta a los demás
Los detalles de sus manos son sorprendentes
maniquís de la época: tenía un mejor acabado en la cera, sus ojos eran de cristal, su pelo y sus pestañas eran implantes de verdadero pelo y pestañas humanas y su expresión, a diferencia de las de tantos maniquís de mirada inerte, era viva y reflejaba emociones, cual si estuviese dotada de humanidad…

Bien, hasta aquí simplemente La Pascualita llamaba la atención; pero, en algún momento de la década de los sesenta (no se sabe si antes o después de 1967), empezaron a surgir rumores de que la novia de cera estaba viva y era capaz de moverse de noche cuando no había nadie en el local, o sonreír a algunas personas. Particularmente, los rumores se hicieron más frecuentes cuando Pascualita Esparza Perales de Pérez falleció en 1967; entonces aparecieron personas diciendo que La Pascualita les seguía con la mirada, que su fantasma les seguía un tiempo si se quedaban viéndola fijamente o que por breves segundos le aparecían venitas rojas en los ojos… Inclusive, se supo de algunas empleadas que trabajaban en La Popular que renunciaron a su puesto porque vieron llorar o moverse a La Pascualita y de otras que se negaban a vestirla porque, supuestamente, le aparecían venas verdosas en las piernas, que posteriormente desaparecían al igual que las venitas rojas que más de uno vio en el blanco de sus ojos.

Teorías sobre qué causó que La Pascualita cobrara vida

Estas teorías no son especulaciones hechas en el internet, son historias-explicaciones que surgieron en la tradición popular y aún perduran y que deben su variedad al hecho de que la historia oficial (expuesta arriba), no da razones a los sucesos extraños y escalofriantes que convirtieron en leyenda al maniquí. Veamos ahora esas teorías tejidas por el pueblo chihuahuense a partir de los rumores, la imaginación y la especulación.

Cuca, hermana de Pascuala
El espíritu de la dueña: Esta teoría fue la primera que surgió, y la que más sentido tiene desde un punto de vista cronológico, ya que los testimonios sobre sucesos paranormales (las cosas que dicen haber visto hacer a La Pascualita), se hicieron patentes en el año en que murió la dueña de la tienda y, puesto que no se sabe en qué momento de la década de los sesenta surgieron, puede pensarse que, o bien estaban ya antes de 1967 (año en que murió la dueña), o que aparecieron en 1967. De ese modo, si fuese lo segundo, cabría pensar que se debió a lo que afirma esta teoría: a saber, que el espíritu de la dueña se posesionó del maniquí, o que simplemente sigue penando en el local y a veces entra en el maniquí. El problema de esta teoría es que no da otra razón que la devoción que la dueña sentía por su maniquí, y el parecido que éste guardaba con ella y su hermana.

La hija muerta el día de su boda: Esta teoría tiene dos versiones. La primera dice que, justo el día de su boda, la hija de Pascualita (la dueña, no el maniquí) murió por la picadura de un bicho (alacrán, araña venenosa, escorpión (el animal varía dependiendo las diferentes versiones populares) que estaba oculto en la tiara de novia y que todos la vieron caer muerta cerca del altar. La segunda versión, cuenta que la hija de Pascualita fue apuñalada por un pretendiente celoso, justo cuando ésta estaba en el altar, a punto de casarse con un hombre al que, a despecho del pretendiente, amaba verdaderamente. En todo caso, en ambas versiones dicen que, tras perder a su hija, Pascualita la mandó a embalsamar y a recubrir de parafina y cera, vistiéndola siempre con vestidos nupciales, como para recordar que murió antes de casarse, tenerla siempre cerca y, a la vez, honrarla convirtiéndola en el emblema de su local de vestidos de novia; el problema fue que, sin saberlo, había aprisionado el alma de su hija en su cuerpo embalsamado… Esto del embalsamamiento resulta poco creíble y en general la teoría no es muy aceptada, pues se sabe que la dueña, que se casó a los 17 años con Don Enrique Pérez Loera, tuvo sólo un descendiente con su esposo, y que ese descendiente era un varón llamado Enrique; sin embargo, se rumorea que también tuvo una hija y que ésta murió ahogada a los cuatro años (esto también haría imposible la teoría), o bien, que en realidad sí tuvo una hija que creció y murió el día de la boda, aunque esto último casi nadie lo cree.

El chamán enamorado: Dicen que, durante la década de los sesenta, un poderosísimo chamán había llegado de visita a Chihuahua. Este chamán estaba paseando cuando de pronto se paró, anonadado al ver la belleza de La Pascualita. Sus suaves rasgos, sus ojos grandes y dulces, sus manos delicadas, todo en ella le hacía desear que estuviese viva y fuese suya… entonces: ¿Por qué no usar sus poderes? Eso fue lo que supuestamente hizo con un ritual, a través del cual cobró vida el maniquí, y se convirtió en su amante, acompañándolo durante los dos meses que vivió en Chihuahua, siempre cada noche, a partir de las diez (hora en que ya estaba cerrado el local). Esta historia es aún más difícil de creer que la anterior, pero podría pensarse que efectivamente hubo un chamán en Chihuahua y que éste salía con una chica muy parecida a la La Pascualita…

El taxista asesinado y la hija que se suicida: En esta versión, la hija de Pascualita se enamoró de un taxista pobre y su madre, que sentía repulsión pensando en que ese hombre pudiese transformarse en su futuro yerno, terminó asesinándolo y, a causa de esto, su hija entró en depresión y se suicidó, lanzándose por un barranco, según una variante de esta versión que, asimismo, a veces se presenta con el detalle de que la hija de Pascualita ya se había casado con el taxista cuando éste fue asesinado por su madre. En todo caso, el alma de la hija de Pascualita, después del suicidio, se metió en el maniquí… Como puede verse, la teoría es muy ilógica porque resulta difícil de creer que la dueña de La Popular haya matado a un taxista sin que la Policía se entere y la mande a prisión o que lo haya matado y haya podido sobornar a las autoridades al punto de que no se hiciera público el rumor de que era una asesina (rumor que, por cierto, jamás existió, salvo en esta versión que quizá nadie crea). Volviendo a la teoría, ésta viene junto al relato de que La Pascualita, a veces cuando ve un taxi, se monta (no como maniquí, sino como duplicado fantasmal del maniquí) en el taxi y desaparece…

La maldición: Aquí la explicación es que la hija de Pascualita era una muchacha mala de pésimo comportamiento, al punto de que fue castigada recibiendo (no se dice quién la envió) una maldición que la hizo fallecer; pero su madre, queriendo recordarla y preservar su gran belleza, la mandó a embalsamar y cubrir de cera…

En sus épocas de mayor fama, La Pascualita atrajo tanta gente que los curiosos, provenientes de otras ciudades del amplio México, llegaban en ciertas ocasiones a congestionar el tráfico de la Calle Libertad, forzando a que las autoridades prohibiesen transitar por allí a los coches. En este contexto, se cree que la dueña de La Popular llegó a recibir muchas llamadas telefónicas de personas enfadadas que la acusaban de violar la decencia moral, de transgredir las leyes de Dios al tener un cuerpo embalsamado y hacerlo pasar por maniquí… Inclusive, se cree que, a causa de estas sospechas, La Pascualita sufrió el daño de unas cuantas personas encolerizadas que, cuando nadie las veía, le clavaban las uñas en su piel de cera…

Supuestamente, todo esto causó que la dueña de La Popular hiciese público que La Pascualita era un maniquí; pero, pese a eso, se cuenta que cierto día llegó personal enviado por las autoridades, a fin de constatar si era cierta la acusación de que en La Popular tenían un cadáver en el escaparate.

La versión más creíble dice que los inspectores determinaron que era un maniquí, pero otra versión dice que esos inspectores eran policías judiciales (lo cual ni afirma, ni niega la primera versión), que cuando entraron les dijeron que volviesen después porque La Pascualita estaba siendo bañada que, entonces, sospecharon e insistieron en verla y que finalmente les mostraron al maniquí envuelto en bata y con toalla en el cabello, permitiéndoles únicamente revisar el rostro por “respeto al pudor”, lo cual les hizo sospechar aún más a los policías que, misteriosamente, nunca hicieron uso de su autoridad para disipar o confirmar sospechas viendo cómo era La Pascualita por debajo del cuello, cuando no tenía puesto su vestido de novia….

Actualmente muchos creen que podría haber algo sobrenatural en La Pascualita y todavía hay bastantes personas que afirman haber vivido cosas extrañas. Una vivencia bastante frecuente es la de que al acercarse, se horrorizan al ver que el maniquí sonrió por unos segundos y después, ya de noche, recordar lo sucedido con macabra exactitud, viendo claramente esa sonrisa que antes les pareció ver de forma tan fugaz que no pudieron apreciar…

También hay historias puntuales que se conocen bastante, como la de cierta mujer que recibió un disparo en la calle estando delante de La Pascualita, a la cual suplicó que sobreviviese y, posteriormente, a causa de la milagrosa intervención de la novia de cera, logró conservar su vida; o bueno, al menos la mujer cree que La Pascualita fue la causa de que sobreviviera y por eso va a encenderle velas cada cierto tiempo, a modo de agradecimiento.

Incluso, hay personas que contratan músicos para que le den serenatas a La Pascualita, a fin de que no se sienta sola; si bien no se puede saber si lo hacen creyendo que La Pascualita realmente tiene vida propia o simplemente como burla…

Sea o no verdad la leyenda, es indudable que los propietarios de La Popular cuidan con esmero a La Pascualita porque saben que, conservar su belleza y fomentar su leyenda es necesario para que ésta siga siendo un imán de dinero, toda vez que La Popular sigue siendo la tienda de vestidos de novia más reconocida y concurrida de todo Chihuahua y generalmente, el vestido que modela La Pascualita (a la cual cambian de ropa cada cierto tiempo), es el vestido que más compran, en parte porque, según creen muchas personas, portar el vestido que está usando La Pascualita, equivale a adquirir un amuleto que traerá un matrimonio feliz y exitoso.

A continuación, compartimos con ustedes, un vídeo acerca de esta interesante leyenda, producido por el programa EXN.

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el miércoles, marzo 26, 2014 0 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Leyendas de Terror, Leyendas Urbanas

La pulsera negra

Según cuenta la leyenda en algunos hospitales de Estados Unidos de Norteamérica utilizan unas pulseras de color negro para marcar la hora a la que falleció una persona y cual fue el motivo de su muerte. Si ves a alguien con una de estas pulseras, podrías estar junto a un fantasma…

Thomas era un joven médico que trabajaba de interno en un frío hospital de Dakota del Norte. Su vocación y sus ganas de salvar vidas eran el único motivo por el que no caía rendido de cansancio en unas interminables guardias que podían prolongarse hasta 36 horas y que le dejaban exhausto.

Aquella noche había sido especialmente dura, el servicio de urgencias no tuvo ni un respiro y Thomas había tenido que encargarse por primera vez de una paciente sin el respaldo de otro doctor. Luchó por la vida de la chica, que no debía tener más de 22 años, durante más de dos horas, pero desde que llegó se había considerado un caso perdido y en el hospital decidieron priorizar a otros pacientes que tenían más posibilidades de sobrevivir. Los daños que había sufrido la joven en ese accidente de tráfico múltiple eran tan graves que, incluso, si Thomas hubiese conseguido obrar un milagro y la chica hubiera sobrevivido, las secuelas habrían sido tan graves que probablemente quedaría en estado vegetativo.

Los médicos más experimentados del hospital habían acudido en la ayuda de los otros accidentados y decidieron “bautizar” a Thomas con un caso imposible para que un primer “fracaso” le hiciera comprender lo dura que es su profesión y no empezara a creérselo demasiado. Además, priorizando a otros de los heridos, habían conseguido salvar la vida de tres personas, en lo que había sido el peor accidente de tráfico que habían registrado las carreteras de la región en meses.

Thomas era consciente de que la chica probablemente nunca tuvo posibilidades de sobrevivir, pero aún así se sentía destrozado por dentro y tuvo que tragar saliva para contenerse las ganas de llorar cuando le puso una pulsera negra a la fallecida. La pulsera negra era un protocolo de su hospital que servía para marcar a un difunto señalando la fecha, hora y causas de su muerte. Normalmente eran las enfermeras quienes se encargaban de rellenar los datos y ponerle la pulsera antes de mandar a un cadáver a la morgue. Pero Thomas pensó que haciéndolo él, el recuerdo de su primer “fracaso” le serviría para aprender y avanzar en la que puede llegar a ser una de las profesiones más duras. Memorizó cada una de las facciones de la chica y la cubrió con una sábana para que uno de los camilleros encargados se la llevara por un interminable pasillo que conducía al depósito de cadáveres.

Al finalizar su turno, Thomas parecía un zombie, su cara demacrada por el cansancio y el fuerte impacto emocional de perder a su primer paciente lo habían dejado destrozado. No era la primera vez que alguien se moría en una mesa de operaciones frente a él, pero ésta era la primera vez que él era el doctor al mando y el “único responsable”. En su mente repasaba todos y cada uno de sus movimientos y trataba de buscar cual fue su error o si había algo más que pudiera haber hecho. Pero incluso él mismo sabía que su proceder había sido impecable y que cuando a alguien le llega la hora es imposible luchar contra el destino.

Cabizbajo y caminando casi dormido, entró en el ascensor. Se dirigía al séptimo piso donde tenía su ropa, lo único que quería era cambiarse e irse a dormir a la residencia que estaba a pocas calles del edificio del hospital. Eran las cuatro de la mañana y el hospital parecía vacío, tan absorto estaba en sus pensamientos que casi ni se dio cuenta de que había alguien dentro del ascensor cuando entró. Una mujer le saludó:

-¡Uff! y yo que creía que tenía mala cara, ¿muchacho, pero qué te ha pasado?

Thomas se giró y vio a una mujer de unos cuarenta años que le sonreía, estaba casi tan pálida como él y aunque no tenía muchas ganas de conversar la contestó.

-Hoy ha sido un día muy duro, no sé ni cómo estoy todavía de pie. Además, he perdido a mi primer paciente – le dijo mientras ponía un gesto que denotaba que estaba a punto de echarse a llorar.

-Pues por la cara que pones estoy segura que has hecho todo lo que podías; no seas tan duro contigo mismo.

-Muchas gracias, probablemente mañana pueda verlo de otra forma – dijo Thomas mientras se giraba a ver porqué se había abierto la puerta del ascensor en un piso que ninguno de los dos había marcado.

Al mirar fuera vio la silueta de una joven a mitad del pasillo, al terminar de abrirse la puerta del ascensor comenzó a girarse lentamente hacia ellos. Thomas al ver la cara de la chica dio un salto hacia atrás y pegó la espalda a la pared del ascensor mientras señalaba a la chica que había afuera y trataba de decir algo sin conseguir articular una sola palabra. De repente pareció recuperar el control de su cuerpo y se abalanzó hacia el panel del ascensor presionando repetidamente el botón que cerraba las puertas. La mujer que había en el interior del ascensor se quedó mirándole perpleja y la puerta finalmente se cerró cuando faltaba menos de un metro para que la joven que había fuera entrara en el ascensor.

-¡E… e… esa chica! – dijo tartamudeando del susto – ¡Es mi paciente! ¡Aquella a quien no pude hacer nada para salvarla! ¡Inclusive, le puse esa pulsera negra personalmente!

La mujer que se había mantenido pegada a la pared sonrió y mientras levantaba el brazo le preguntó:

- ¿Una pulsera cómo esta?

Thomas se giró a mirarla y vió cómo en su muñeca había una pulsera de color negro, idéntica a las que usan en el hospital. El joven médico se desmayó del susto y en su caída agarró fugazmente el brazo que le mostraba la mujer con la que había compartido la charla en el ascensor.

Minutos después encontraron a Thomas aún desfallecido en el suelo del ascensor. Todos atribuyeron su desmayo al cansancio. Pero él sabía que lo que había pasado era real; en su mano tenía una pulsera negra que había arrancado sin querer del brazo de la mujer que había en el ascensor mientras caía desmayado. Al revisar la pulsera pudo comprobar que la mujer había fallecido dos años antes en un accidente de tráfico muy similar al de aquella chica que quiso salvar.

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el miércoles, marzo 26, 2014 0 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Relatos Inexplicables del Más Allá

La Madre Desquiciada

Una de las leyendas urbanas más espeluznantes que circulan desde hace años es la de una madre que accidentalmente acaba con la vida de sus tres hijos en el mismo día. Una leyenda no apta para corazones sensibles…

Natalia era una madre feliz, trataba a sus tres pequeños con gran ternura y comprensión aunque más de una vez la pudieran sacar de sus casillas. Los dos primeros de sus retoños vinieron casi seguidos 5 y 6 años y la tercera, una preciosa niñita de siete meses, que aunque inesperada, fue recibida con el mayor cariño y amor que una familia le puede entregar.

El único “pero” que le podía poner Natalia a su basta familia era que su marido casi no pisaba su casa. Su aburrido trabajo como contable les daba una cómoda posición social, pero le mantenía ocupado todo el día e, incluso, cuando estaba en casa siempre estaba rodeado de documentos del trabajo. Por lo que Natalia tenía que ocuparse de sus hijos sin ninguna ayuda y en algunos momentos eso podía ser extenuante.

La noche anterior al fatídico día, la más pequeñita de la casa había decidido celebrar un concierto de llanto nocturno y Natalia casi no pudo pegar ojo. Agotada y casi arrastrándose llegó a la cama a las cuatro de la mañana tras dejar a la niña en la cuna.

Cuando se empezó a quedar dormida escuchó el grito de su segundo hijo en la habitación contigua, de un salto se levantó y fue corriendo a la habitación que compartían sus dos hijos mayores y se encontró a Mario (el mediano en edad) visiblemente asustado y llorando sobre su cama. Parece que había tenido una pesadilla y del susto se había hecho pis encima, algo que por desgracia se había vuelto muy habitual desde que nació su hermanita. El niño se había convertido en un príncipe destronado y su comportamiento dejaba mucho que desear y era capaz de cualquier cosa con tal de llamar la atención. Natalia, agotada y sin pensarlo mucho, comenzó a regañar a Mario delante de su hermano Julián. - ¡Como te vuelvas a hacer pis en la cama te voy a cortar el pipi!, ¡Ni siquiera tu hermanita me da tanto trabajo como tú! 


El niño lloraba desconsoladamente mientras su madre cambiaba las sábanas y le daba la vuelta al colchón. Casi sin darse cuenta eran ya las cinco de la mañana y Natalia aún no había podido pegar ojo. El biberón de las seis de la mañana y preparar el desayuno a su marido e hijos hizo el resto. No pudo dormir en toda la noche. Lo peor de todo es que los niños pasarían todo el día en casa, ya que estaban de puente. Una festividad que parece que no respetaban en la empresa de su marido, el cual fue a trabajar como cualquier otro día dejándola al cuidado de los pequeños durante todo el día.

A media tarde y aprovechando que Mario, agotado por la noche anterior, se había quedado dormido en su habitación. Comenzó a bañar a la pequeña Clara. Era el momento ideal, pues Mario estaba insufrible y si no le vigilaba a cada paso era capaz de incendiar la casa, con tal de llamar la atención. Esa pequeña siesta le daría un respiro y la permitiría bañar a la bebé un poco antes del horario habitual. Con un poco de suerte hoy podría mandarlos a dormir un poco antes y descansar.

Cuando ya sólo le quedaba lavar la cabecita a la pequeña Clara, un grito desgarrador se escuchó en el pasillo. Era sin duda Mario que seguro había vuelto a hacer otra de las suyas. Gritando y sin soltar a Clara preguntó: - ¡¿Qué pasa?! ¡¿Mario estás bien?! ¡Julián! ¡¿Qué le pasa a tu hermano?!

Estaba a punto de envolver en una toalla a la bebé, que aún continuaba enjabonada en la bañera, cuando Julián entró por la puerta y lo que vio la dejó sin habla. - Mamá, Mario se ha vuelto a hacer pis en la cama así que le he cortado el pipi como dijiste.

El mayor de sus hijos tenía el pene ensangrentado de su hermano en una mano y unas tijeras manchadas de sangre en la otra.

Natalia pálida por lo que acababa de suceder se levantó de un salto olvidándose que estaba bañando a la pequeña y salió corriendo hacia Julián que, al ver la furia de su madre en los ojos, escapó a toda velocidad buscando un sitio para esconderse.

Aturdida, conmocionada y agotada por la noche en vela, Natalia no sabía cómo actuar cuando llegó a la habitación de los niños y vio a Mario sobre la cama desangrándose. Tras abrazar fuertemente a Mario lo cargó en brazos y bajó las escaleras camino al coche, su única opción era llevarlo al hospital inmediatamente. Cada grito de dolor del niño bajaba en intensidad, la pérdida de sangre le estaba debilitando y sabía que tenía pocos minutos antes de que muriera desangrado.

Arrancó el coche y pegó un acelerón saliendo el vehículo impulsado como si diera un salto al pisar un fuerte bache y sonó una fuerte explosión. El salto pareció sacar a Natalia de su estado de shock y de repente recordó que la pequeña Clara seguía aún dentro de la bañera. En ese momento se dio cuenta de la mortal imprudencia que acababa de cometer y bajó del coche sin mirar atrás para buscar a su hija.

Por desgracia cuando llegó era demasiado tarde, la bebita de apenas siete meses no tenía la fuerza suficiente para aguantar tanto tiempo sentada sin perder el equilibrio y yacía inerte boca abajo en el agua. Los intentos de reanimar a la niña fueron inútiles y Natalia, gritando desesperada, bajó nuevamente las escaleras de su casa con su bebé en brazos camino al vehículo que la llevaría al hospital.

Pero aún le quedaba una última y macabra sorpresa, al acercarse al vehículo todo terreno que conducía, se dio cuenta de que había un brutal charco de sangre en el suelo, al principio pensó que sería la sangre de Mario, pero al acercarse pudo constatar que bajo el coche estaba el cuerpo inerte de Julián, que al parecer se había escondido bajo el todo terreno para evitar que su madre le pegara. Con tan mala fortuna que al arrancar ésta a toda velocidad una de las ruedas le aplastó el cráneo, reventándolo y desparramando sus sesos por todo el suelo y causando la terrible explosión que Natalia había escuchado un par de minutos antes.

Natalia cayó al sueño de rodillas, su cara no reflejaba ninguna expresión. Solamente se mantuvo en esa posición durante unos minutos hasta que sin mediar palabra se levantó, abrió la puerta de su coche y cargó nuevamente el cuerpo ya inerte de Mario junto al de su hermanita. Entró nuevamente en su casa.

Un minuto después bajó de nuevo, cargó el cadáver de Julián y volvió a entrar en la casa cerrando la puerta tras de si.

Por la noche, cuando el marido de Natalia llegó a su casa que estaba a quince minutos de la ciudad, se encontró el todo terreno con la puerta abierta y a medio camino del garaje, lo que le impedía aparcar su vehículo. Se acercó al coche de su mujer y se manchó el zapato con lo que parecía una viscosa mancha de aceite, cerró su puerta y se dirigió a casa en la que todas las luces estaban apagadas.

Al entrar gritó: - ¡Natalia! ¿Dónde estás? ¿Por qué tienes el coche en mitad del garaje?

Al dar la luz se dio cuenta de que había un reguero de sangre seca en el suelo que subía las escaleras y dirigía a la planta superior. Asustado corrió tanto como pudo para quedar totalmente impactado cuando al entrar en el baño.

Sus tres hijos flotaban sobre el cadáver de su madre que los había reunido en la bañera justo antes de cortarse las venas.

Causar la muerte de sus tres hijos fue mucho más de lo que pudo soportar.

Publicado por: Jazmine Dguez. [bajo el pseudónimo de Lilith†La†Enemiga†d†Eva] en La Mansión Encantada© el miércoles, marzo 26, 2014 0 Voces del Más Allá [haz escuchar tu voz]

Etiquetas: Leyendas Urbanas

Entradas antiguas
Suscribirse a: Entradas (Atom)
La Mansión Encantada© es una página de entretenimiento y como tal se debe de tomar. La Mansión Encantada© no se responsabiliza del uso que se dé de esta web, siendo responsabilidad última de su lector.

¿Quieres mandar tus experiencias, cuentos, leyendas urbanas, hechos insólitos?

¿Quieres mandar tus experiencias, cuentos, leyendas urbanas, hechos insólitos?
Envíalos por e-mail a: lilith.la.enemiga.de.eva@gmail.com y se publicarán en La Mansión Encantada© con sus respectivos créditos.
L
a
M
a
n
s
i
o
n
E
n
c
a
n
t
a
d
a

Sitio Protegido Por:

Protected by Copyscape plagiarism checker - duplicate content and unique article detection software.

Blog Design by Gisele Jaquenod

Work under CC License

Creative Commons License